Miguel Ángel Véliz, boxeador y cantante lírico, perdió el oro en una emocionante final. Aún así, el púgil más culto de Chile avisó que este deporte va a renacer.
l Roka Valbuena
A las 14.26 minutos de martes, el boxeador chileno y barítono, Miguel Ángel Véliz, con un derechazo aguerrido sacudió la mandíbula del largo argentino Yamil Peralta. Era la final de 91 kilos crucero, el duelo de dos camiones de países fronterizos, uno fanático de la ópera y que toca a los clásicos alemanes en el piano, y otro calificado como la esperanza del boxeo trasandino. El golpe levantó a la tribuna y los chilenos explotaron en un ceacheí. Quizás, al fin, después de 26 años, se podía reeditar la medalla de oro en boxeo de Ricardo Araneda en los Odesur de 1998. Quizás el boxeo chileno puede volver a vivir.
"Hay que meterle más", avivó, desde la primera fila del Polideportivo de Carabineros, justamente Araneda. Fue en vano. Tras los tres rounds reglamentarios, en fallo dividido (2-1), Peralta, partidario de un boxeo estratégico (marcar y escapar), derrotó a un pianista chileno.
Antes de la pelea, en momentos en que los púgiles deambulan concentrados y lanzando golpes al vacío, Véliz le señaló a este servidor que ama la intensidad del preludio y fuga en do mayor de Bach. "Me siento cercano a ese estilo", dijo. Luego habló de su voz. Y luego contó de, de alguna manera, con la mano que toca a Bach pretendía romperle una ceja al argentino. "Quiero el oro", repitió varias veces. Añadió: "Y quiero mandar un mensaje: el boxeo chileno está vivo. Y aquí estamos".
También dijo que idolatra a Evander Holyfield. Que ha trabajado duro. Que Chile tiene materia prima en este deporte. En ese instante lo visitó Ricardo Araneda y le dijo: "Cabro, fuerza y convicción. Así gané yo". Había esperanzas. Araneda lo definió "como empeñoso, de familia mapuche aguerrida". Y Véliz lo abrazó.
Miguel Ángel Véliz, que, además de cantar ópera y tocar composiciones barrocas en piano, es ingeniero en informática, no pudo lograr el sueño. Se aproximó al éxito, tal como Chile. J
l "Igual llegamos a la final. Insisto: El boxeo chileno va a renacer. Esta vez no fue oro, pero hay que tener confianza. Chile debe creer en nosotros".
Y la última frase fue musical: "Sólo me faltó cantar el himno". Y, lamentablemente, el boxeador más afinado en la historia de Chile se retiró en silencio.