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Científicos echan por tierra la predicción de Frente Fantasma

Una serie de reacciones tuvo la aparición del grupo profético que hablaba sobre sismos en nuestra zona.

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l Cecilia Bastías Jerez

Usando anteojos oscuros, gorros y sin dar sus verdaderos nombres, un grupo de individuos autodenominados como "Frente Fantasma", predijo ayer, a través de las cámaras del matinal "Mucho Gusto" de Mega, que este fin de semana en Concepción habría un movimiento telúrico cercano a los cinco grados de magnitud Richter.

Los amigos de Juan Andrés Salfate se hicieron conocidos semanas atrás por predecir un sismo en la Región de Valparaíso, lo cual efectivamente ocurrió en las cercanías de San Antonio. Según ellos, una asociación similar a la de los brasileños "Quake Red Alert", es decir la aplicación de una compleja operación matemática, les permitiría saber dónde, cuándo y con qué fuerza se presentaría un movimiento de la corteza terrestre.

El vocero de este Frente Fantasma, que prefirió ser llamado como "MX" le dijo a Lucho Jara (animador del programa televisivo) que su agrupación, mediante el cálculo de una serie de factores como la radiación, el clima y la sismicidad de una región, pueden determinar el punto exacto de un temblor. "Nuestras predicciones buscan alertar a la gente, no asustar", señaló el hombre.

Una vez conocido el anuncio, las redes sociales explotaron con comentarios a favor y en contra de los compadres de Salfate. Lo cierto es que minutos después de su aparición en la tele, la cuenta en Twitter del Frente había cerrado su acceso público.

Por ello, ante la masiva preocupación que causó en nuestra zona el profético anuncio de estos desconocidos -que señalaron estar obligados a esconderse porque estarían amenazados- los profesores del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Concepción hicieron un llamado a la calma.

En este sentido, el profesor Jorge Quezada indicó categóricamente que los temblores y terremotos no se pueden predecir. "Sólo se sabe que ocurren con cierta periodicidad, pero que es variable. Cuando no ocurren a cierta cantidad de tiempo que se esperaban, se denomina brecha sísmica", explicó, agregando que "por eso se estaba esperando un sismo para el 27/F, pero su intensidad y el territorio que abarcó era mucho más de lo que se había esperado".

En cuanto a lo que asegura el Frente Fantasma, este profesor reiteró que no se puede saber si va a ocurrir otro terremoto. "Es imposible. Esto no es como los volcanes, que dan señas por el aumento de la actividad sísmica previa", manifestó el experto a La Estrella.

"Ni los japoneses esperaban el terremoto que los afectó en marzo del 2011. No lo pudieron hacer ellos, que tienen todos los avances tecnológicos, menos podríamos predecir nosotros", dijo.

Para ejemplificar lo difícil que es tener una predicción de lo que ocurrirá con los movimientos de la Tierra, el profesor Quezada comentó que para el terremoto de 2010 se esperaba que el terreno se levantara. "La zona de Arauco y Lebu se levantó el terreno, en Lenga subió medio metro, pero más al norte, para Iloca, se hundió el terreno. Eso se va a recuperar parcialmente y van a volver a su estado original", indicó y aclaró que eso ocurre lentamente y sin temblores. "Es un proceso lento y ocurre asísmicamente", afirmó.

"A mí lo que me llama la atención es el espacio público que se entrega y que exista oído para esas afirmaciones. Eso es un síntoma de una profunda carencia de conocimiento", indicó a su vez Jaime Campos, profesor del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile.

Para este científico, el hecho de que la gente reaccione ante una información de una supuesta predicción de un temblor da cuenta de la debilidad que hay en la educación. "Hay que resintonizarlos para evitar que se propaguen estos rumores, y generen pánico. Si se tuviera más cuidado en la formación de los jóvenes estos rumores no llegarían muy lejos", señaló.

"Podemos tener una idea de dónde se está preparando un terremoto, determinar una ventana de tiempo. En ese estado está nuestra ciencia, somos incapaces de determinar dónde va a ocurrir, con qué intensidad y en qué momento", agregó el profesor Campos.

Y la gente común y corriente tampoco le da crédito al Frente Fantasma. Pablo Garcés, estudiante de Lota, dijo que "yo no creo estas cosas porque tengo mi fe y pienso que nadie tiene la capacidad de predecir el futuro", indicó.

"Igual es divertido que haya gente que se atreva a predecir el futuro, pero lo que me extraña es que por qué nadie dijo nada antes del 27/F", señaló Ximena Martínez, vecina de Talcahuano, después de ver el programa de televisión emitido en la mañana. J

l "Dijeron que iba a haber un temblor fuerte. Eso fue lo que me contó mi hijo. Pero yo le creo sólo a Dios, Más confío en la fe que en esos rumores. Nunca ha pasado lo que dicen, entonces no hay que confiar mucho en eso, yo creo que el de arriba no más sabe lo que pueda pasar".

l "Hace tiempo que viene dando vuelta esta gente que dicen que pueden adivinar lo que va a pasar, hablan tanto y no pasa nada, creerle a esa gente es quedar en nada. Aparte que hay gente que es enferma del corazón, le puede pasar algo, no debieran decir esas cosas".

l "He escuchado a montones de personas que se quieren hacer famosos hablando estas cosas y espero que los políticos dicten una ley para castigar a esta gente, porque está comprobado que no hay ninguna persona que pueda predecir un terremoto. Es una irresponsabilidad".

l "Yo no he escuchado sobre lo último, no tenía idea pero yo creo en Dios y nadie puede predecir lo que va a pasar en el futuro, creo que se armaría un caos si la gente empezara a creer en esas cosas. Yo tengo familiares que piensan que es cierto y compran velas para prepararse".

l Rumores de este tipo recuerdan experiencias como la de enero de 2005, en que se extendió la idea de la ocurrencia de un tsunami lo que movilizó a miles de personas en todo el Gran Concepción. Incluso se registró una muerte causada por la impresión de estar viviendo una experiencia tan extrema, que terminó con la vida de una mujer que falleció por un ataque cardíaco. Esto da cuenta de a qué punto puede llegar la población sometida a una información errónea de alarma de catástrofe.