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Dragón Cruzado sacó las alas en la central

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l Tras un segundo lugar en su anterior presentación, Dragón Cruzado regresó ayer al triunfo en la estelar del Club Hípico de Concepción: los 1.000 metros del premio "Achi Baba", handicap de primera serie en que compitieron los cinco ejemplares inscritos, todos de 3 años y más.

El hijo de Hardy II llevó en la fusta a Gustavo Vera, quien tras la largada no le dio rienda sino que lo mantuvo contenido en posiciones secundarias.

Winter Again, en cambio, se la jugó por sacar una ventaja decidora desde la partida, pero terminó faltándole combustible en los hectómetros finales. En la fusta tuvo a Luis Germán Soto.

La emoción de la exigencia se concentró en los cien metros finales, en los que el ganador y Che Tomás, con Jaime Miño en la conducción, apretaron el acelerador a fondo.

En esa lucha, Dragón Cruzado superó a Che Tomás por medio cuerpo.

En la sexta carrera, en tanto, ocurrió una curiosidad, pues hubo empate en el primer lugar. La gracia la hicieron Play Machine y Mecha Corta. J

Leyendas del Mundial del '82: "Tuvimos susto"

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l Siempre se dijo que en 1982 los chilenos le tuvieron miedo a esos alemanes. El resultado fue una goleada con tres goles de Karl-Heinz Rummenige, el símbolo de la virilidad germana, y varios errores de Osbén, el emblema del titubeo nacional.

En los noventa Bonvallet, frente a un micrófono, abrió la herida: "Eran los tremendos guailones. Teníamos pánico antes de salir a la cancha". Y treinta y dos años después de ese partido, Miguel Ángel Gamboa, titular esa tarde (Carlos Caszely quedó en la banca: el penal perdido ante Austria le apagó la confianza), lo reconoce con hombría: "Teníamos susto".

Gamboa recuerda que, alistados para salir a la cancha, miró de reojo a los alemanes y les vio ira en los ojos. Estaban los unos al lado de los otros, once chilenos y once máquinas alemanas. Y ahí también vio, a centímetros de su cuerpo, a Hans Peter Briegel, un criminal de pelo rubio, dar un brinco salvaje. Todos los alemanes empezaron a dar brincos aullando consignas en alemán. Gamboa, notando que el piso se movía, empezó a sudar helado, de hecho tenía un poco de frío. Se fijó un instante en Briegel y dedujo que le llegaba a la cintura. Entonces pensó internamente: "Cagamos".

"Cuando trancaban", recuerda con un hilo de voz el ex delantero, "arrasaban con todo: hombre, pelota, cabeza, lo que fuera".

"Yo no tenía miedo, amigo", opina Mario Soto, que esa tarde jugó con la 10. Soto, a la distancia, minimiza a los alemanes: "Saa, no eran ni tan grandes. Si Chile igual tenía lo suyo". "Al menos quedamos vivos", rescató.

Ambos, Gamboa y Soto, concuerdan que hoy la cosa es distinta. Esos toros alemanes ya no asustan porque los chilenos se han internacionalizado. Anuncian, curiosamente, un partido peleado. J