Papá, hijo y sobrinos cumplieron su sueño de volar en el Flugtag
Los Hammersley regresaron con el segundo lugar del torneo disputado ante 100 mil personas en Valparaíso.
l Carlos Paz Durán
Siguen los pasos de Da Vinci. Al igual que el notable hombre símbolo del Renacimiento, los Hammersley han tenido desde siempre el anhelo de volar por sus propios medios.
El fin de semana, y en la Caleta Portales de Valparaíso, lo cumplieron en la primera versión chilena del Red Bull Flugtag, una competencia que hace más de 20 años nació en Viena, Austria, y que consiste en lanzarse con aeronaves artesanales desde una plataforma ubicada sobre una superficie acuática.
Pero los Hammersley, los mismos que representaron a una óptica tradicional de Concepción, no sólo cumplieron su anhelo sino que además regresaron con el segundo lugar, todo gracias a los 15 metros que George, capitán y piloto de de la aeronave, logró volar, y también producto de las excelentes notas obtenidas en las dos categorías que evaluó el jurado: originalidad de la máquina voladora y del show de presentación.
"Ganar no era el principal objetivo. Fuimos a participar, a divertirnos, a ser parte de una locura que todos en la familia llevan en la sangre", señaló George.
"Lo del Flugtag nos unió aún más como familia. Somos cinco hermanos y 14 sobrinos, y prácticamente todos estuvimos involucrados en este desafío", recalcó el jefe de equipo, quien sobre el vuelo en sí señaló que "pensábamos volar más, pero como despegué colgado de dos apoyos, tuve el infortunio de que el primero bajó muy rápido. Faltó mayor contrapeso trasero. No obstante, terminamos segundos en vuelo, lo que fue muy bueno (el ganador, Vaca F-14, desplegó sus alas por 17 metros)".
Lukas, hijo de George y uno de los tres tripulantes de la aeronave, indicó que "en lo que más destacamos fue en el show, en el que el jurado nos entregó la máxima nota: 50 puntos"
"Antes del torneo teníamos algunas dudas con la canción y la coreografía elegida, pero al final resultó muy bien", aseguró Felipe, quien junto a Paul completaron la tripulación, ambos vistiendo la jineta de "sobrino del capitán".
"Lo mínimo que pensábamos volar era 40 metros, ya que pusimos meses de esfuerzo en armar la nave", dijo Paul.
A las horas de trabajo, George sumó varios miles de pesos de inversión.
"Al millón de pesos que nos costó hacer la Empanada Voladora se agrega otro millón por gastos de traslado y estadía", afirmó George, quien no se mostró de acuerdo con que el primer lugar se lo llevaran los curicanos de Guanacos 2.0 Air Force 1, quienes también volaron 15 metros.
"Encuentro injusto su triunfo, pues el show que hicieron no fue tan novedoso", expresó el líder del cuarteto, el que si bien se inscribió por Concepción, representó en rigor a Chiguayante, pues es allí donde viven sus integrantes.
De la Empanada Voladora nada quedó, pues el aterrizaje en el mar la destruyó por completo.
"Fue lo mejor, pues en la casa me colgaban si regresaba con ella", manifestó George, quien durante el armado del ingenio volador sufrió el robo de su cámara fotográfica, en la que había registrado paso a paso los avances de la construcción.
Pero con lo 500 mil pesos que recibió de premio (además de un viaje al Red Bull Aeroatelier en La Cumbre) podrá comprar otra. J
l Por qué el nombre de Empanada Voladora fue la pregunta que los Hammersley más recibieron en las horas previas al despegue. George lo explicó así: "Queríamos que la nave fuera una muestra de chilenidad, y hay pocas cosas más nuestras que la empanada. La hicimos, y luego agregamos la bandera chilena en la superficie alar, que medía ocho metros". Otro elemento de unión cultural era el fútbol, y pretendieron graficarlo pintando una cancha en el carro de impulso. "Pero el tiempo no nos dio y lo desechamos", dijo el kamikaze.