Cientos de antiguos durmientes de madera ardían anoche producto de las voraces llamas, que eran visibles desde Concepción. Fuego quemó también garita de un guardia.
l Mario Saavedra Ponss
Cientos de antiguos durmientes de madera, que permanecían almacenados dentro de un terreno privado, ardieron anoche en San Pedro de la Paz. El fuego y el fulgor eran visibles desde distintas partes de Concepción, creando una imagen apocalíptica. Muchos penquistas tomaron fotos hacia el otro lado del río, pero más allá del espectáculo, el dantesco incendio generó grandes problemas a quienes lucharon por controlar las enormes llamas desatadas en el recinto ferroviario de Fepasa, a un costado del Puente Llacolén.
Las cuatro compañías de Bomberos de San Pedro de la Paz trabajaron desde la tarde en la emergencia, que se extendió hasta la madrugada. Según indicaron los voluntarios de la Red Nacional de Emergencia, los enormes durmientes son un material altamente combustible, al ser madera seca e impregnada con alquitrán.
Por ello, los carros aljibe que llegaron en apoyo desde Concepción y Hualpén se hicieron pocos. Cada vez que el agua se terminaba, sin lograr extinguir las llamas, debían ir a avenida Pedro Aguirre Cerda para reabastecerse.
Desde la arteria principal de San Pedro de la Paz, el incendio generó impacto entre los automovilistas, quienes pasaron con temor frente al terreno de Fepasa. Además, generó inconvenientes a los pasajeros del servicio del Biotrén, ya que la máquina no podía pasar por la línea producto de la enorme columna de humo. Sin embargo, lograron cruzar y tras ello, se suspendieron los recorridos.
Hasta el cierre de esta edición, nueve carros de Bomberos luchaban por controlar el siniestro. Junto a los durmientes, se quemó la garita de un guardia que cuidaba el cruce ferroviario. J
l Pese a la espectacularidad del incendio, no se habían registrado voluntarios de Bomberos ni civiles lesionados. Cabe señalar que uno de los encargados del recinto indicó que durante la tarde vio a desconocidos circular por el sector, al que generalmente llegan personas que sacan pequeños trozos de durmientes como leña.