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Bellas guachacas dieron el vamos a Cumbre de Cañete

Las aspirantes a reina se lucieron en una jornada criolla en plaza de Conce.

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l Juan Fariña López

Alegría y bailoteo causó en Conce la intervención de las guapas candidatas a ser reina de la Cumbre Guachaca de Cañete. En la jornada, más de algún curioso se aseguró con un pedazo de pernil y terminó degustando un refrescante terremoto en la actividad, encabezada por el gurú guachaca Dióscoro Rojas. Junto a él dijeron presente algunas de las aspirantes al cetro cañetino, y aquí les contamos un poco más sobre estas princesas en búsqueda de la gloria, para que se motive y parta de una a Cañete a carretear este sábado.

Susana Martínez, la más jovencita de todas, tiene 18 años, está de vacaciones y para sorpresa de todos se confesó solterita. Compite por la población Cardenal Silva Henríquez de Cañete y asegura que le encanta bailar y cantar. Quiere ganar para representar a su pueblo y dice tener todas las ganas y entusiasmo para hacerlo.

Nayareth Zapata, por su parte, tiene 22 años y es la abanderada del Hospital Intercultural Kallvu Llanka. Está comprometida y le gusta jugar básquetbol, quiere mantener la corona guachaca en casa y relevar en el título a su compañera de trabajo, Lizeth Pereira, reina de la cumbre pasada.

Francisca Puentes, a su vez, tiene 20 años y representa al Club Deportivo la Bombonera. Le gusta salir a carretear, trabaja y además estudia Psicopedagogía. Pololea y la tiene clara: dice que lo guachaca lo lleva en la sangre.

María Silva, quien también viajó a Concepción a presentarse, tiene 67 años y es dueña de casa. Representa a la Unión Comunal del Adulto Mayor y pretende demostrar que los tatas sí pueden ser un aporte a la comunidad y velar por los valores guachacas.

Así que ahora, a juntar sed, porque el leseo continúa en Cañete este sábado 11 en el Gimnasio Municipal, tipín 21.00 horas, donde se decidirá cuál de las candidatas será la flamante reina junto a la mejor música, comistrajo y bebestibles en esta fiesta de los humildes y republicanos. Las entradas están a 4 luquitas en el carro manicero de la plaza, no se lo pierda. J

Gurú quiere más espacios para el jolgorio popular

El guaripola no se muerde la lengua en pro de su pueblo y la recuperación del sentido de la fiesta chilena.

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l Juan Fariña López

Dióscoro Rojas, mejor conocido como el "gran guaripola" es uno de los fundadores del movimiento guachaca que llegó con todo a la región del Bío Bío. En entrevista con La Estrella, el gurú de la chilenidad nos dejó algunas impresiones sobre ser guachaca y la realidad del país.

Para Dióscoro la definición de guachaca es la persona chilena, humilde, cariñosa y republicana, que le gusta compartir con otros y disfrutar de las costumbres criollas. Sobre los inicios del movimiento recuerda que "cuando empezamos hace 17 años nos tildaban de rascas y ordinarios, cuando ser guachaca no significa eso, simplemente es nuestra necesidad de reconstruir la identidad propia del chileno, no copias de otros lados".

Al preguntarle por la industria cultural en Chile, para los carros altiro y explica que el concepto de cultura le carga porque lo encuentra "siútico y pasao a cuico". Considera positivo que se fomenten actividades que promuevan el jolgorio popular, pero cree que el aporte es escaso. Con la industria es más crítico y declara: "Confió más en la capacidad de la gente y no en depender de una elite que le encanta pasarnos gato por liebre. Quieren que seamos como ellos y nos creamos europeos, cuando lo que necesitamos es un país mejor a la pinta de los chilenos".

Sobre la construcción de grandes teatros en el país, el guaripola no perdona y propone: "¿Qué sacan con hacer un teatro que nunca van a llenar? Yo con toda esa plata pondría pistas de baile por todas partes, para que la gente salga y lo pase bien, se ría y descubra lo bonito que es ser chileno, faltan ese tipo de espacios y sobran otros" J

l Dióscoro Rojas nació en mayo de 1950 en Lontué, cerca de Curicó. Desde joven tuvo facilidades para la música y tras ganar algunos festivales escolares decidió mudarse a la capital a los 17 años. En Santiago se inscribió en el Conservatorio de la Universidad de Chile. A duras penas se afirmó en la gran ciudad y con el tiempo fue reconocido como ícono de la "Nueva Canción Chilena" por su destacada obra.