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Animales para querer como si fueran hijos

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Muchas veces vemos en la calle a personas paseando a perritos vestidos con sus mejores pintas, con lindos collares de colores y hasta con accesorios.

Cuántas veces hemos escuchado la broma de algún marido celoso: "Si el perro vive mejor que yo" o "Mi señora le da más atención que a mí".

Sin ir más lejos los que son perros pequeños o "de bolsillo" -como le llaman algunos- tienen hasta su cartera personal. En ella, su dueña lo pasea con tanto cuidado, como el que se tiene para no quebrar un huevo.

A este fenómeno se le llama "humanización de las mascotas". Es decir, ver a las mascotas como seres humanos. Algunos incluso llegan a verlos como hijos; lo que no está exento de críticas por parte de muchos.

Por otra parte, hay quienes incluso creen que hay desequilibrio en las mujeres que no han tenido hijos -por elección o por el destino-, y que tratan de ese modo a sus mascotas. Muchos no entienden que se puede querer de esa forma a un animal.

Para el psicólogo germano Harald Traue, este fenómeno es en realidad una ley biológica que se llama "Kindkinschema", en alemán, y que quiere decir "similar a un niño". Traue señala que las crías de animales y seres humanos tienen la cabeza y ojos grandes, y cuerpo pequeño y redondeado. Por lo tanto, si una persona ve a un ser así, tanto un animal como un ser humano, sentirá instintivamente buenos sentimientos hacia él y las mujeres se sentirán como madres.

El investigador llegó a esta conclusión mediante diversos estudios, entre los cuales había datos como que en la prehistoria los hombres llevaban a sus campamentos crías de lobos y que las mujeres incluso los amamantaban. Así, se creaba entre ellos un vínculo de cariño recíproco. El psicólogo aseguró que estas conductas suceden hasta hoy en tribus primitivas.

Entonces, esto va para quienes se escandalizan de lo bien que las personas tratan a sus mascotas, como si fuesen hijos. Porque sí, abiertamente hay quienes queremos a nuestras mascotas como si lo fueran. Y entendiendo que esta postura tiene detractores -porque piensan que no puedes comparar a un hijo con un animal, porque en este mundo los animales son considerados inferiores- yo les digo que es tanto el amor que siento hacia mis mascotas, y tanta la gratitud por tenerlas a mi lado, que incluso sin haber sabido de la existencia de este principio científico que hoy avala nuestra locura, siempre los he querido como si fuesen míos. Evidentemente no de mi vientre, pero sí de mi corazón.

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