A Colo Colo no le tembló la mano ante U. de Chile
l En un duelo intenso y ante 30.534 espectadores, Colo Colo superó ayer la U por 3-2 en el Monumental y se apropió del superclásico 174. Los albos fueron de Esteban Pavez a los 8
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l Cristiano Ronaldo lideró la goleada con que el Real Madrid superó en casa por 5-1 a la Real Sociedad, con el chileno Claudio Bravo en el arco, quien vio al portugués vulnerar su valla a los 12
De los cuatro miembros originales, sólo quedan dos en estas más de dos décadas de música, locuras y anécdotas.
Hace tiempo que no tocan en Concepción. No recuerdan cuántos años, sólo que fue hace muchos. Sentados en unas sillas plásticas, tras hacer la prueba de sonido en el Galpón Trece Bar, Giancarlo Canessa y Claudio "Basura" Infante son los únicos integrantes de Machuca que siguen en la banda. Con más años y con un carrete musical sobre las dos décadas, hablan de su vida de músicos como si fuera ayer: sus inicios, sus quiebres y una que otra anécdota que han marcado a uno de los grupos más importantes de la zona, uno que salió del esquema típico de influencia de Los Beatles. Eso sí, en un punto se topan ellos.
Pero lo cierto es que "mientras la alegría no se acabe, vamos a existir para rato", dice Giancarlo.
Todo partió a fines de los 80. En ese tiempo, Giancarlo Canessa, hoy vendedor de herramientas especiales para la minería y asistente de corredora de propiedades, donde arrienda unas casas en un cité, llegaba desde La Unión a Conce a estudiar Publicidad. Conoció a muchos músicos y su hermano tenía una banda. "Por algún motivo, se enfermó y como ya había ido a todos los ensayos, canté ese día. De hecho, con la gente de ese grupo armé los primeros Machuca", recuerda el vocalista.
En esa época, la ciudad penquista era ideal para los músicos. "Se tocaba en el Aula Magna o en el teatro frente a la plaza. Ahora cuándo toca una banda de rock ahí. En la UdeC se tocaba en todas las facultades. Ahora con suerte volvemos a Conce a tocar", comenta, mientras que "Basura" agrega que "la movida under era bastante interesante, habían bandas de rock, de new wave, punkrock, más sicodélica, metalera".
Los primeros años podrían sonar como duros, pero para ellos no era así. A pesar de no tener instrumentos, siempre se las arreglaron para tocar.
"Daba la casualidad que todos los que tocábamos éramos una gran familia. Cuando ensayábamos, la batería eran unos pisos de cuero, guitarra de palo. Las cuestiones sonaban horrible, pero nosotros éramos felices", dice Canessa.
Basura, en tanto, manifiesta que "tocábamos instrumentos cuando nos presentábamos en vivo. Enchufábamos la guitarra de palo a un equipo. Nuestro primer disco es todo así. Aprendimos de esta manera y hasta hoy lo hacemos así. Yo compongo en guitarra de palo todavía".
"'Basurita' jamás había tocado batería. La primera vez que tuvo una completa fue a los dos o tres años. Los primeros shows tocaba parado con la caja, un timbal y un plato, no tenía bombo, no tenía hi hat ni silla y si había una, el güeón no sabia cómo sentarse, porque no tocaba. Y así tocábamos los temas, que eran furor. Tocábamos 3 a 4 veces a la semana en locales, hasta en el regimiento. Entramos marchando y salimos marchando. Hicimos demasiadas cosas. Igual era raro. Yo no cantaba ni siquiera mirando al público, sino que en un círculo, sólo mirando al 'Basurita'", relata el vocalista.
Eso duró hasta que el sello discográfico EMI apostó por ellos y los reclutó bajo sus filas. "Y te ponían todo, te compraban los instrumentos: 'Oigan cabros ¿necesitan instrumentos? Sí…", relata Infante.
De ahí, todo fue distinto para Machuca, cuyo nombre también tiene su historia. "Un día me fui a tomar unos vinos con el Flaco Olate, que fue el primer batero. Hacíamos un tema por hora, estábamos emocionados, así que dijimos: 'Necesitamos un nombre y yo soy fanático de Ramones. Ellos se pusieron así en honor a los Beatles. Cuando éstos se llamaban The Quarrymen, Paul McCartney tenía de nombre artístico, Paul Ramones. De ahí lo sacaron. Caché que era por apellido y me puse a buscar uno clásico chileno. Pasé por varios hasta que llegué a Machuca… nuestra vida machucada,que te la machucas por vivir… y así quedó", resume.
Con canciones que surgían de la cotidianidad y procesos típicos de la edad, Machuca se fue haciendo un nombre. Sonaban en las radios del país gracias a la promoción del sello. Era la suerte de pertenecer a uno. Además, "los compadres te daban un sueldo que era anual, en dólares. Eran 10 mil dólares, que era mucha plata. Nos hicimos un sueldo mensual y quedamos locos. Nos pusieron una casa, que tenía dos pisos, tenía sala de ensayo y estudio de grabación. Nosotros dormíamos debajo de un estudio. Nos levantábamos y no hacíamos na'. Nos íbamos a tocar, carreteábamos, arrendábamos la sala. Conocimos a muchas bandas… Fiskales, Miserables, Pozze Latina. Ensayaban ahí y otros. Era como un centro cultural, pero era la casa de nosotros junto a los Santos Dumont", cuenta Canessa.
"Nos iba tan bien, que nosotros disfrutábamos la güeá y era tocar, tocar, tocar, tocar. Eso nos servía para seguir tocando… hasta el día de hoy es tocar, tocar, tocar", apunta Infante.
Hoy, tras tres discos con EMI, son independientes y viven de la autogestión. "Es duro el cambio, porque tienes que hacer todo. Nosotros, cuando tocamos con los Sex Pistols, la EMI le pasó plata a la productora para que tocáramos. Eso no lo podemos hacer nosotros. En ese tiempo, era muy famoso Lucybell y tu ibas a la EMI y te pillabas en una oficina unas seis u ocho cabras fans que estaban llamando por teléfono a los programas para pedir canciones o subirlos en los rankings. Y yo me pinché a la que era como la presidenta del fans club y ella, de 10 llamadas a Lucybell, hacía dos a Machuca, después 3…y nosotros empezamos a sonar caleta con 'Corazón desilusionado' y resultó", recuerda el vocalista.
"Ahora tienes que hacer toda la pega", añade Basura.
En 1999, Giancarlo Canessa se va del grupo. Asume que fue culpa de él. Eso sí, confiesa que "me arrepiento de no haberle guerreado a estos güeones esa vez que me echaron. Lo que pasa es que en ese tiempo, el siguiente año que era el 2000, había un proyecto en la EMI, que no sé si habría pasado, pero estaba la posibilidad de salir al extranjero. Eso lo sabía yo no más, porque era el único que iba a las reuniones".
Él sabía que vendían harto, que gracias a Lucybell eran conocidos en otros países. "Claudio Valenzuela siempre dejaba discos de nosotros en el extranjero", dice Canessa, que a pesar de todo, se reconforta al pensar que de todos los grupos que eligió el sello, ellos, junto a Lucybell y Tiro de Gracia, son los únicos vigentes hasta hoy.
Tras esa separación y Feliciano Saldías ocupando su lugar, un par de años después, Felipe "Basurita" Infante lo llamó para retomar el puesto.
"Yo debo reconocer que el disco que hicimos con el chico Cachano fue increíble. Y después volver a retomar la güeá… me acostumbré, le compongo a Canessa. Como yo sé que compaginamos, le doy onda. Yo entiendo todo. Si este güeón me dice plu, le entiendo. Da lo mismo, sé lo que él quiere", dice Basura.
De su regreso, Giancarlo Canessa dice que fue con cuática. "Llegamos a grabar 'Furia razón
Su tercera derrota al hilo sufrió el equipo del Ancla. Lepe y jugadores se fueron entre abucheos y hasta garabatos.
Este barco hace agua, y por todos lados. Casi como un ciego en un lugar que conoce, se movió ayer Naval en El Morro, donde perdió con todos los merecimientos por 1-3 ante Barnechea.
Fue una de las presentaciones más tristes de los choreros, y no sólo en lo que va corrido del año.
Aunque sí mostraron amor propio, nuevamente no tuvieron ideas ni piernas para contener a un rival que está acostumbrado a presionar en todas partes.
Zombies, almas en pena. Así de mal se vieron los pupilos de Mario Lepe, que cosecharon su segunda derrota consecutiva en casa.
Para crear fútbol, Lepe envió a la cancha a Patricio Aguilera, pero el volante tuvo un chispazo de genialidad y luego se apagó. Lo mismo pasó con Mario Salgado, mientras que su compañero de ataque, Diego Cuellar, nunca fue gravitante, al igual que Ulises Castagnoli.
Como nunca, además, la defensa dio falencias... y licencias, como la expulsión de Rodrigo Jara al minuto 41 por doble amarilla, la segunda recibida por una "niñería": reclamarle al juez Héctor Arcos.
Pese a esos sinsabores, fue el Ancla el que abrió el marcador, y lo hizo con un golazo de Salgado a los 24