Los "body hackers" modifican su cuerpo con tecnología para convertirse en verdaderos "hombres-máquina".
La idea de parecerse cada vez más a una máquina debe estar rondando la mente de fanáticos de la tecnología y la ciencia ficción hace décadas. Y se está logrando.
A lo Terminator, un hacker estadounidense se acercó un paso a ser un cyborg, una mezcla hombre-máquina, implantándose bajo la piel un dispositivo que mide su temperatura corporal y la envía a un teléfono celular. La idea de Tim Cannon, casi una celebridad entre hackers de EE.UU., es poder conocer más su cuerpo y analizar sus cambios de temperatura en distintas situaciones. Pero ser parte robot no es tan fácil. Por la legislación norteamericana, el procedimiento de insertar un dispositivo, que es del tamaño de un antiguo celular, no puede ser hecho por un médico, por lo que tuvo que realizarlo un experto en modificaciones corporales, sin anestesia. La intervención se hizo en Essen, Alemania durante la conferencia BMXnet.
Pero la experiencia de Cannon no es un hecho aislado. Con los avances de la tecnología los hackers se han puesto cada vez más avezados y han formado incluso un movimiento conocido como "body hackers", es decir, hackers del cuerpo. Incluso se ha hablado de "transhumanismo" para referirse a ese cruce entre los humanos y la tecnología que antes parecía sólo un invento cinematográfico.
Lo que buscan quienes cultivan este movimiento, es mejorar las limitadas capacidades humanas, a través de los avances de la tecnología. Así, los body hackers se han implantado en el cuerpo cámaras, sensores de actividad cerebral y magnetos para llegar más lejos en su propósito de adquirir nuevas funciones corporales.
Aunque estas prácticas aún se dan en un grupo reducido de fanáticos, los famosos Google glasses, ese dispositivo que permite vivir la realidad aumentada, podrían ser una especie de primer paso en esta dirección. Con ellos, los "wearable gadgets", que son prendas tecnológicas que están diseñadas para integrarse en el uso diario de las personas ya son una realidad. La pregunta que los científicos hoy se hacen es si estas innovaciones implican un avance en la evolución de los seres humanos. J