Secciones

El escritor que inspiró a "El patrón del mal"

En 2001, el periodista colombiano Alonso Salazar publicó el libro "La parábola de Pablo", donde relata la vida en el Medellín dominado por el cartel. Hoy está en Chile, sorprendido por la popularidad del personaje.

E-mail Compartir

Alonso Salazar intentaba hacer una vida normal mientras la ciudad se caía a pedazos. Intentaba, pero a veces el devenir de los sucesos lo hacía cuestionarse. Irse era una posibilidad. Al final se quedó. El Medellín de principio de la década del '90 era una de las ciudades más peligrosas del mundo. A cada rato había una amenaza. La vida importaba poco.

El Alonso Salazar de los años '90, periodista de una ONG, no sabía que escribiría un libro de ese presente. Menos sabía que se iba a transformar en el alcalde de Medellín, en el momento que la ciudad vivía un milagro y caminaba a transformarse en modelo. Ignoraba que su libro mutaría a una serie de televisión que sería un éxito rotundo en toda Latinoamérica. Desconocía que vendría una relativización de la figura de Pablo Escobar y del mal.

Alonso tiene 52 años, una hija y viste de camisa a rayas y chaqueta café. Parece un político y lo es. Pide un vino chileno. Luego responde.

-El libro, "La parábola de Pablo", lo publiqué el 2001. Ahora el libro tuvo una especie de resurrección a raíz del tema de la serie, en la que no participé en los guiones. Al final, hablar de Pablo Escobar es parte del oficio del libro; me sorprende en el caso de Chile que el impacto sea mayor en el promedio de América Latina, es algo que no logro descifrar. Llegué aquí para descifrarlo.

Alonso Salazar fija la motivación de escribir el libro en su calidad de periodista como en lo ineludible de vivir en Medellín y esquivar el tema. El marco teórico lo armó investigando sobre el sicariato y el narcotráfico; así, el personaje central conectó con la fractura del poder en el país, con un quiebre. Dice que en el libro cuenta la historia de su ciudad en un momento determinado, a través de Pablo Escobar, el personaje principal de esa época.

Alonso Salazar es de rostro anguloso, piel blanca y bien cuidada. Observa la carta del restorán y luego la cierra. Prefiere el menú. Queda encantado con la explicación del pastel de papa.

-No trabajaba en medios, sino que en desarrollo comunitario y por ende presencié de manera directa las consecuencia, la devastación. Fue una violencia del joven pobre matando al joven pobre; una rutina de muerte, un acostumbramiento de muerte realmente espantoso. La secuela del narcotráfico en Medellín provocó una ruptura en los tejidos sociales. Se perdió el respeto por la vida.

-El problema es que eso quedó en la mentalidad.

Alonso Salazar dice que la muerte se transformó en una forma de poder muy extraña. Además de provocarla, era necesario exhibirla. Por ejemplo, alguien que mató a quince mujeres no quiere que eso permanezca anónimo; por el contrario, la idea es provocar un boom mediático. Al dinero, las drogas, el poder se le sumó en el Medellín de Pablo Escobar la muerte como un ritual un poco complejo de exhibición social, de contundencia, de dar un mensaje.

-Aquí nos ha sucedido que van al velorio de la víctima y lo sacan del ataúd, luego lo ponen a rodar por la calle. Emerge los más negativo de esas culturas en formas primarias de justicia, de relaciones y del sentido de la venganza, donde la manipulación del cuerpo de la víctima se vuelve importante. Es un mensaje de terror total. Es como un poder absoluto.

-Eso hizo mítico a Pablo Escobar. En 1982, una importante revista colombiana puso su foto y tituló el Robin Hood paisa (el término que se le da a quienes nacieron en Medellín). Él se encargó de publicitar una imagen de hombre generoso y comprometido con los humildes. Él manejaba proyectos comunitarios, pero comparativamente con su fortuna, fueron cosas modestas las que hizo. Eso se magnificó y quedó grabado en sectores marginalizados que no se integran a la sociedad y democracia. Él y su madre trabajaron el mito. Ellos alcanzaron a construir un barrio de 500 viviendas, siempre hablando que quería hacer el bien y se lo impedían; por eso la violencia como consecuencia no deseada de un hombre que quería el bien. El discurso lo tenía afinado.

"La otra parte fue su participación en la política; asunto que no tiene parangón en otro narcotraficante. Se posicionó como representante a la cámara. La tercero es el método de terrorismo político para socavar al estado. El mito camina solo, se desliga de la realidad. En el libro soy explícito en decir que la generosidad de Pablo Escobar es mucho más ficción que realidad", dice Salazar.

"Hablaba con John lee Anderson, periodista estadounidense especializado en temas latinoamericanos, sobre Pablo Escobar y para él, en su época de juventud, Al Capone era muy parecido. Ahora cada vez se consume más la guerra santa de los islámicos, se consume episodios de guerreros; creo que existe una suerte de banalización del mal, independiente de que perspectiva se realice, el asunto es como lo lee la gente", añade. "Me han dicho que en Chile se creó un personaje de humor que imita a Pablo Escobar, en Colombia nunca surgió nada parecido".

Salazar recuerda que una vez vio a Escobar en un acto público, algo así como un mitin. "Una vez el narco fue a un periódico, Medellín 5, donde yo estaba, que defendía causas ambientales", precisa el escritor. Salazar dice que no tuvo una relación directa ni ninguna entrevista. Para hacer el libro debió buscar archivos de entrevistas con canales televisión. Vio muchas entrevistas, hurgó y recuperó material. Su discurso era muy simple; no tenía mucha gracia.

-No tenía erudición, era un hombre muy primario, instintivo. Su habilidad real estaba en el escenario de la guerra, cuando, por ejemplo, les decía a sus hombres que hicieran tal cosa. Sabía reaccionar.

- Entrevisté a parte de la familia; me faltó su hijo y su esposa. Entrevisté a su hermano Jesús, que también estuvo condenado y le dicen el "osito" y a una hermana de él, Luz María. Otra hermana publicó un libro, al igual que el hermano. La familia quería registrar la marca Pablo Escobar, pero el estado se lo negó, pero si eso no es una marca sino que una tragedia para el país. Al final nunca tuve conflictos con ellos porque el libro trata de combinar todas las versiones de los personajes y enfrentar a la versión de la familia con las de las víctimas y las autoridades. El libro busca que el lector deduzca al personaje, saque una conclusión de quien era Escobar. J

l Alonso Salazar trabajó como asesor del alcalde Sergio Fajardo, entre 2004 a 2007. Luego continuó la obra como edil, entre el año 2008 a 2011. Dice que le dio continuidad al modelo ya armado, basado en pilares como inversión social, educación como centro, sistema de bibliotecas para los más pobres, planes de reordenamiento urbano en zonas con crecimiento informal y un sistema de transporte como el teleférico que conectó los cerros con el plano. "Mantuvimos durante 8 años una brújula que logró transformar en distintas dimensiones a la ciudad; ahora el narcotráfico y la violencia seguirá, lo distinto es tenerlo en una ciudad derrotada y sin camino para recorrer, a una ciudad que avanza segura por una ruta", dice el escritor.