Alfonso Levet G.
El trabajo ha estado más escaso, y al mismo tiempo más arriesgado, para los repartidores de comida a domicilio, durante las últimas semanas.
Pese a todo, se las ingenian para llegar a destino, muchas veces usando rutas alternativas que terminan siendo más largas, pero más seguras.
Mauricio Galleguillos, que reparte sushi a domicilio, contó que "hay sectores donde hay que cruzar entremedio de las manifestaciones, pero la gente en general se porta bien, y nos dejan pasar".
El motociclista corroboró que para llegar a ciertos puntos del centro, la vuelta es más o menos larga. "Es complicado respirar las lacrimógenas, porque no se puede ver bien y el olor marea", dijo.
Aunque los pedidos bajaron en cantidad, las propinas se han mantenido bien. Según Galleguillos, "la mayoría de los clientes son comprensivos, aunque igual algunos se han quejado por los atrasos".
En el caso de Julio Rodríguez, que trabaja hace un año y medio como repartidor, los pedidos han bajado bastante.
"Antes hacía 30 ó 40 entregas al día, ahora hago 15 en promedio; ayer (martes) hice cuatro entregas no más", aseguró.
Sobre los recorridos, explicó que muchas veces hay que rodear las zonas más complicadas. "He tenido que respirar lacrimógenas, y me ha tocado bajarme de la moto y bailar para pasar, bailo cualquier cosa, invento algo", dijo.
Pese a todo, Rodríguez se mostró optimista: "Hago la entrega igual, porque tengo la disposición de trabajar, si no se puede llegar en moto, camino".
Andrés Rojas, otro repartidor, señaló que "si no se puede llegar al lugar, porque vemos que no es seguro, nos contactamos con el cliente para avisarles, pero en general sí se puede".