Penquista fue testigo del incendio en Notre Dame
Desde París, Valentina Álvarez relató cómo se vivió la emergencia en uno de los edificios más emblemáticos de la capital francesa.
"Las llamas eran cada vez más grandes, y en un momento se vio cómo se cayó la torre", contó a La Estrella Valentina Álvarez (26), penquista que fue testigo en París del gran incendio que afectó a un ícono de la capital francesa, la Catedral de Notre Dame.
El siniestro en el monumento histórico europeo comenzó a eso de las 18.50 horas en un área en remodelación y se propagó rápidamente a la estructura superior del edificio, de casi mil años de antigüedad, provocando el derrumbe de la aguja de plomo, de unas 250 toneladas.
La primera impresión de muchos, según el relato de la penquista que estudia un magister en Desarrollo Económico en París, fue pensar en un ataque terrorista. "Fue la primera reacción, cuando no sabíamos aún qué había pasado", comentó la joven.
Bomberos de la ciudad, sin embargo, adelantaron que el origen del fuego habría sido accidental y estaría relacionado con los trabajos de renovación de la edificación.
"Sabíamos que estaban haciendo arreglos, pero nunca pensamos que podía ocurrir algo así", añadió Álvarez, quien reside a sólo cuatro cuadras de la catedral en París.
"Justo había salido con un amigo a comprar a un supermercado y una amiga nos avisó (del incendio) por mensaje de texto. Estábamos a dos cuadras y fuimos corriendo, vimos todo casi desde el principio, fue súper impactante", afirmó.
París bajo el humo
Las inmensas llamas, que eran visibles desde varias zonas de París, devoraban entrada la noche francesa parte del techo del monumento gótico de la Edad Media, emitiendo un espeso humo amarillento que se propagaba a varios kilómetros.
"Podíamos ver cómo los chorros de agua de los bomberos no alcanzaban a llegar al fuego (...) y estaban todos los puentes llenos de gente, con cara de tristeza. Fue súper fuerte ver cómo se quemaba la catedral", enfatizó.
Más de 400 bomberos participaron en las operaciones de emergencia, los que fueron aplaudidos por miles de personas apostadas en las principales calles de París, donde muchos se congregaron para rezar y cantar por el monumento, que data del Siglo XII, esperando que el daño no fuera tan grave.