El uso de antiinflamatorios y analgésicos es frecuente en la población aunque estos fármacos deben ser utilizados solo si están indicados por un médico y dependiendo de la dolencia. Se utilizan por un plazo de 3 a 5 días para tratamiento de algún cuadro agudo. En casos especiales (patologías crónicas) se pueden tomar por tiempos más prolongados, pero bajo supervisión médica.

Es muy importante respetar las dosis e intervalos de administración que varían según el medicamento empleado. Por ejemplo, Diclofenaco de 50 mg cada 8 horas, o Ketoprofeno en dosis única diaria de 200 mg.

Entre los errores que las personas comenten, primero no se informan con profesionales competentes como los químico-farmacéuticos o los médicos y muchos siguen el consejo de algún amigo o familiar. No respetan las dosis, ni los intervalos de administración, esto normalmente produce intoxicaciones o reacciones adversas graves. O bien los utilizan en dolencias en que no son efectivos, por ejemplo, Paracetamol en caso de inflamación.

Algunas de las reacciones adversas graves son úlcera gástrica con perforación, gastritis aguda, insuficiencia renal aguda y crónica en casos severos, reacciones alérgicas, retención de sodio y daño hepático severo.

Especial cuidado con su uso deben tener los lactantes y niños menores a 12 años, pacientes hipertensos o con alguna enfermedad cardiovascular, pacientes con úlcera activa o que sufran de gastritis frecuentes. De igual modo, los pacientes en tratamiento con anticoagulantes (el uso en conjunto pueden aumentar los riesgos de sufrir hemorragias severas). También los adultos mayores, pues en ellos se debe ajustar la dosis.

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