Angélica Vásquez V.
Constantemente veo en frases especiales algo así como "resiste" y persiste". Lo he visto hasta en pies de correos, y siento que es una frase engañadora. Si le agregamos luchar y otras más, eso termina resultando agotador. Lo digo porque se nos enseñó de esa manera, la usamos como arenga. Se nos sale el William Wallace que llevamos dentro, aunque en ese caso sería mejor el "Lautaro que llevamos dentro". Y claro, si la usamos para finiquitar trámites y cosas así, puede pasar. Pero para el resto de nuestra vida lo único que logrará será crear barreras donde no las hay, cansancio extra, confusión y una bella invitación a que el ego se tome el protagonismo una vez más. Porque indirectamente es negar lo que nos está sucediendo. También fueron muletillas que yo usé y en las que creí. Hasta que por ahí llegué a cuestionarme algo que pronto se confirmó a través de otras enseñanzas que se me revelaron en manos de guías. Rendirse es sanarse, claro que sí, porque implica aceptar la experiencia actual en su totalidad, sin reparos, aceptando también las emociones, dolor, penas, llantos, vulnerabilidad y todo lo que implica una verdadera rendición. ¿Asusta? ¡Por supuesto! ¿Da miedo? Sí, pero la resistencia es mucho más peligrosa y desconocida. ¿Quién dijo que no podíamos rendirnos y parar? ¡Mostrarnos desnudos de Alma es sanador! Parece que ver mucha película de superhéroes nos hizo perder el hilo conductor. ¡Porque no somos superpoderosos! Tenemos una luz y un amor infinito dentro de nosotros, claro que sí, pero eso no implica que no nos entren balas. A mí me han disparado a quemarropa varias veces, he quedado tendida en el suelo, agonizando, sintiendo que ya es mi final. Y lo fue, en ese momento lo fue. Los eternos renaceres, pero antes de irme a otro lado, me enfoco y digo: ¡Por la cresta! ¡Tanta challa que nos venden! ¡Tanta tontera de superhombre y mujer maravilla! Permitir la rendición es una llave maestra y de ahí un nuevo comienzo. Así que dele no más. ¡Vamos que se puede! ¡Querer es poder!