En las últimas semanas se han difundido casos de discriminación que afectan a la tercera edad, así como abuelitos de más de 80 años que aún se encuentran trabajando, con distintas condiciones laborales, las que pueden o no ser cuestionables. Lo anterior da cuenta de una realidad de la que tenemos que hacernos cargo como país: Chile está envejeciendo. Y esto nos debe generar una tremenda señal de alerta para analizar si estamos o no preparados para ello.

Que tengamos una mayor cantidad de adultos mayores conlleva a que en el país deben existir diversos productos y servicios destinados a este grupo. Por ejemplo: seguros, medicamentos y servicios de salud, hogares de reposo, servicios de esparcimiento, entre los más inmediatos. Y la pregunta es, ¿estamos preparados como sociedad? Porque todo lo anterior requiere contar con recursos para poder acceder a ellos, y claramente las actuales pensiones apenas alcanzan para cubrir los gastos básicos de una persona.

¿Es cuestionable que una persona de más de 65 años trabaje, ya sea porque quiere mejorar su renta o porque aún se siente útil para la sociedad? Lo óptimo sería que a esa edad, ya estén descansando laboralmente, pero, es válido preguntarse ¿y si quiere trabajar?, ¿hay empresas que estén dispuestas a recibirlos para cubrir sus puestos de trabajo?

Creo que es un tema que se debe revisar con alturas de miras, pues lo más probable es que existan personas mayores que quieren mantenerse en el mercado laboral, y lo preocupante es que no haya plazas para ellos. Por lo anterior, no critiquemos si una empresa abre las puertas a los adultos mayores. Lo fundamental es garantizarles a estos adultos mayores, que ya entregaron toda una etapa laboral, las condiciones que se merecen por su trayectoria.

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