Debemos comenzar por aclarar que el lenguaje no es neutro, y al ser la herramienta a través de la cual expresamos nuestra forma de ver el mundo, nos percatamos que somos sexistas, la mayoría de las veces.

Un ejemplo emblemático es ¿hombre o varón? para designar al sujeto masculino. Todos comprendemos que hombre es una palabra ambigua que durante décadas ha tenido la connotación de ser humano y varón. Por lo tanto, además de hablar de sexismo, también estamos aludiendo a la especificidad que siempre es un aporte a la comprensión de la lengua.

En estos últimos años, se ha dado una tendencia clara, muy aceptada por la población, que defiende las formas femeninas para nombrar las diferentes profesiones ejercidas por mujeres. Hoy, nadie discute el uso de jueza, arquitecta, diputada o presidenta. Pese a ello, seguimos con dicotomías entre los intentos permanentes para que el lenguaje se ajuste a los requerimientos del siglo XXI.

Nos parece razonable dirigirnos a los estudiantes, haciendo la diferenciación de alumnos y alumnas, pero como todo exceso resulta inadecuado, nos parecería una cursilería lingüística el caer en oraciones tales como: "el perro y la perra son el mejor amigo y amiga del hombre y de la mujer".

Por lo tanto, como siempre en la vida, debemos ser juiciosos y basarnos en los justos medios, es decir ser correcto, pero no afectados.

Ajustándose a la corrección de la lengua castellana, usted decida qué es lo que considera cursi y qué no.

Concepción

Talcahuano

Tomé

Cañete

Arauco

Curanilahue

Lebu