El 2017, una encuesta elaborada por la ONG Datos Protegidos arrojó una cifra que merece la atención de madres y padres: el 89% de los niños encuestados (entre 9 y 13 años) accede a internet a través de dispositivos propios. Otros estudios declaran que más del 60% de menores de 10 años ya manejan diversas formas de tecnología de forma natural.

Esto supone un arma de doble filo, por un lado tenemos acceso a una infinidad de información y recursos muy útiles en el desarrollo de los y las menores, pero al mismo tiempo pueden exponerse a sitios (o usuarios) maliciosos, contenido no apropiado para su edad, o simplemente un exceso de horas diarias en línea.

Sin duda, el primer y más importante paso para establecer hábitos seguros de navegación es la educación y participación de madres y padres en las actividades en línea de los menores. Además, hay varias aplicaciones para dispositivos móviles que permiten llevar el control parental al siguiente paso: bloqueo de contactos y sitios no deseados, monitoreo de actividades e incluso geolocalización.

Dentro de las mejor evaluadas se encuentran Parenty (gratuita) y Qustodio. Estas aplicaciones ofrecen herramientas de seguridad que permiten monitorear incluso la actividad en redes sociales, lo que algunos usuarios consideran como invasión de la privacidad. Nuevamente, la comunicación, interés y educación respecto al comportamiento online de los y las menores se vuelven una alternativa para quienes consideren que las aplicaciones de control constituyen una vulneración a la privacidad.

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