El ayuno consiste en restringir la ingesta de alimentos por periodos de tiempos prolongados. Esta acción, que se ha practicado durante miles de años, actualmente se ha vuelto una moda que promete la pérdida de peso de manera rápida y además la desintoxicación del organismo.

El problema de esta práctica radica en que cuando se realiza sin supervisión médica, existen variados riesgos para la salud que pueden variar según la duración y la restricción del ayuno. En algunos pacientes se corre el riesgo de bajar su tasa de metabolismo basal, por lo que el organismo se pone en modo ahorrador, disminuyendo los requerimientos de las personas.

Con lo anterior la ingesta de alimentos deberá ser más baja para adecuarse a las nuevas necesidades energéticas o se producirá el llamado "efecto rebote". Junto a esto todos los órganos deberán adaptarse a funcionar con fuentes energéticas endógenas que no siempre son las más eficientes para mantenerse activo y alerta.

Hay que tener en cuenta que se ha descrito una serie de patologías asociadas a ayunos prolongados sin supervisión médica, como ansiedad, insomnio y arritmias cardiacas.

Por otro lado, existen algunos expertos que recomiendan y promueven los beneficios del ayuno, siempre bajo supervisión y control médico y por periodos de tiempos cortos, de no más de ocho días, ya que esta práctica favorece la desintoxicación y desinflamación del organismo y activa el sistema inmune, pero deben controlarse periódicamente los signos vitales y los parámetros bioquímicos de los pacientes que lo siguen para asegurar su salud.

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