En Chile la participación laboral femenina llega sólo al 48% y aún persisten grandes brechas salariales entre hombres y mujeres. En ese contexto, si pretendemos superar estas diferencias debemos erradicar cientos de prácticas que entorpecen la búsqueda de la igualdad.

Pese a los avances en materia de inclusión y derechos, las mujeres deben estar continuamente validándose delante de sus pares y superiores, demostrando cuán idóneas son para un cargo determinado. Reflejo de ello es que las mujeres sienten que cuentan con menos oportunidades de movilidad y con menos oportunidades de ascenso que los hombres.

Lo anterior deja muy poco espacio para el error, transformándolas en empleadas tremendamente eficientes, pero muchas veces sobreexigidas y recargadas laboralmente. Esto conduce además a que muchas mujeres acepten condiciones laborales precarias a cambio del trabajo per se.

Nuestro desafío está en educar a las mujeres para que se vean, sientan y crean capaces de poder desarrollarse en áreas y labores consideradas tradicionalmente para hombres y, por otro lado, concientizar y educar a los hombres para que entiendan el gran valor que tiene contar con mujeres dentro de las organizaciones, y con ello comprender que las capacidades, tanto de mujeres como de hombres, no están sujetas a la condición de género. También es un desafío mejorar las condiciones laborales para que cada trabajador pueda conciliar la vida personal y familiar con la vida laboral.

Concepción

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