Juego y movimiento para enfrentar la obesidad
Una de las estrategias para enfrentar los altos índices de obesidad en los niños es fomentar la práctica física. En los menores debe ser siempre placentera y amena, por lo tanto, el juego motor, que se caracteriza por el empleo de la actividad social y de la motricidad (en cualquiera de sus formas), pareciera ser la herramienta pedagógica ideal, ya que por una parte cumple con los elementos básicos del juego, utilizando la conducta lúdica natural en los pequeños, permitiendo la expresión de alegría, la socialización y el desarrollo, en una atmósfera divertida, de libertad, entretención y creatividad.
Por otra parte, utiliza el amplio repertorio de movimientos que están en plena evolución durante la niñez, es decir, las habilidades motrices básicas, generando altas sensaciones de placer, que pueden aumentar las posibilidades de continuar realizando este tipo de actividades a lo largo de la vida.
Si queremos reducir la obesidad infantil, deberíamos enfocarnos en aumentar los niveles de actividad física de nuestros niños. Eso se logra, primero, disminuyendo el tiempo en que estos están sentados, tanto en el colegio como en el hogar.
Este es un desafío que requiere de convicción y esfuerzo, es decir, plantea hacer clases de educación física distintas a las actuales y también a planear panoramas familiares más dinámicos que quedarnos viendo televisión. Ir a jugar a la plaza, aprender un deporte o salir de paseo al parque son opciones.