La Nomofobia y cómo llegamos a vivir atentos a nuestro celular
Hay quienes no pueden dejar de revisar las notificaciones del smartphone aunque no tengan ningún aviso pendiente. Una psiquiatra explica cómo se puede complicar el uso de un aparato pensado precisamente para hacer la vida más simple.
"Si el celular se me apaga me produce angustia", admite la publicista Giannina Macalusso, quien, por motivos laborales, está constantemente conectada a redes sociales a través de un teléfono móvil, un notebook y un iPad. "Desde las 8.30 de la mañana hasta las ocho de la noche estoy completamente conectada, por trabajo no puedo desconectarme", explica.
"El drama viene después, porque saliendo del trabajo sigo revisando todo aunque no tenga nada que revisar", reconoce.
Cuenta que si su celular se apaga es porque se le acabó la batería, pero realmente no puede recordar cuándo fue la última vez que lo apagó de manera voluntaria. Ni siquiera para dormir lo hace, porque lo deja encendido en el velador. "Si estoy sin internet, por falta de datos o por falta de cobertura, siento que se me acaba la vida digital", indica.
El caso de Giannina es más común de lo que se cree en nuestro país, donde, incluso hay más celulares que personas. Según la Subsecretaría de Telecomunicaciones, en 2016 habían 23 millones 203 mil 602 móviles, o sea que por cada 100 habitantes hay 127 celulares activos.
Desde la irrupción de la red 4G, las compañías han enfatizado su trabajo en la cantidad de datos por sobre los minutos y los mensajes de textos. Éstos persisten, pero casi como una anécdota, de hecho, es el servicio menos utilizado, salvo en las emergencias.
Este amplio acceso a celulares cada vez más versátiles y con acceso a conexiones más y más rápidas han ido favoreciendo la aparición de distintas aplicaciones que son las grandes culpables del gasto de batería y, peor, de nuestro propio tiempo.
Como se inicia una adicción al celular
Así es como se han identificado indicadores que demuestran que, cuando se trata de conectividad, existe un riesgo alto y real de caer en una adicción a los smartphones o teléfonos inteligentes. Es decir que el mismo aparato que nos ayuda a contactarnos con amigos, sacar y publicar fotos en redes sociales o simplemente buscar información puede generarnos una fuerte dependencia, similar a otras socialmente reconocidas como las drogas, el tabaco o el alcohol.
"Ser adicto a algo significa que nuestra afición por aquello nos llega a producir un problema en diversas esferas relacionales de nuestra vida y que no somos capaces de cambiarla", explica la psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes, doctora María Inés Arriagada.
"Esa consecuencia negativa y la incapacidad de superarla es lo que diferencia realmente a una simple afición de una adicción", añade. Este temor a no tener el teléfono móvil cerca ya tiene un nombre: nomofobia, derivado del inglés "no mobile phone phobia".
La doctora Arriagada afirma que "el problema está en la pérdida de control en relación al uso de internet, donde la persona no es capaz de dejar de usarlo, e incluso puede presentar un gran malestar cuando no se encuentra conectado".
Propone a los usuarios que crean tener algún problema de dependencia con sus teléfonos analizar el valor que aportan a la vida las redes sociales: "Escriba en una hoja lo que podría hacer si dedicara el tiempo que está en redes sociales a otra actividad diferente, como leer, meditar, salir, hacer deporte o simplemente estar cara a cara con otras personas", aconseja.
En el otro lado
En el otro extremo de la dependencia están aquellos que, pese a ser jóvenes, no tienen mayor a interés en teléfonos de alta gama o en las mismas redes sociales. Cuesta encontrarlos, pero existen.
El astrónomo Juan Garcés (27) sólo ha tenido dos teléfonos móviles en su vida y hace varios años que tiene el mismo número. "Tengo una conexión diferente con mis amigos, el que me quiere contactar tiene que llamarme".
"Me pasa seguido que la gente me pide que no les mienta, porque no pueden creer que no tengo Facebook, pero yo creo que te genera una sensación falsa de amistad", cuenta el científico, que a veces ocupa los mensajes de texto que vienen con su plan de telefonía. "Casi nadie los usa, pero son una conversación más corta", sostiene.
El trabajador social Eric Molinet es aún más extremo: no tiene celular. "La gente piensa que no les quiero pasar mi número cuando me lo piden".
Molinet asegura que la mayoría de sus amigos trabajan como agentes de ventas sin siquiera saberlo. "Me nombran los beneficios que tienen los celulares, pero yo encuentro que la vida es más simple si no tengo celular a que si tuviera".
Quizás no sea necesario ir tan lejos. Paradojalmente, existen aplicaciones como Checky o QualityTime, que ayudan a calcular cuánto tiempo se gasta revisando el celular.
Bajar el ritmo
Giannina confiesa que se ha propuesto bajar su dependencia del celular, pero aún enfrenta dificultades. "Ahora trato de dejarlo dado vuelta, pero si veo a alguien que lo revisa pienso que también puedo hacerlo y lo levanto, aunque no me llamen ni vibre, ni nada", dice la publicista a La Estrella.
En sus reuniones de trabajo ha probado entrar sin el teléfono móvil, y en las reuniones familiares lo deja hacia abajo, "pero esperando que alguien tome el suyo primero para poder hacerlo yo".
Juan Garcés, en cambio, cuenta que "trabajo mucho con computadores y no me conviene perder tiempo, pero creo que si alguien sabe administrar bien su tiempo, yo creo que puede estar conectado sin problemas".
Aclara que no tiene nada en contra de las redes sociales, sólo busca un tipo de comunicación más personal, más cercano. Es más, aunque a este astrónomo no lo desespera cambiar su equipo actual, sí sabe de la nueva versión del clásico Nokia 3310, que no tiene conexión a internet, sólo ofrece llamadas y mensajes de texto e incluye como atracción máxima el viejo y querido juego de la víbora: "Estoy esperando a que salga, ése para poder tenerlo", comenta.
"La persona no es capaz de dejar de usarlo
María Inés Arriagada,, psiquiatra"
"Sigo revisando todo aunque no tenga nada que revisar
Giannina Macalusso,, publicista"
"La vida es más simple si no tengo celular
Eric Molinet,, trabajador social"
Recomendaciones
La doctora María Inés Arriagada entrega algunas recomendaciones a quienes quieran bajarle el ritmo a sus vidas hiperconectadas: "Intente dejar un tiempo libre de redes sociales al año. Por ejemplo, que un día a la semana no revise sus redes sociales o que durante el tiempo en que esté de vacaciones se desconecte completamente. Para romper con un hábito es bueno salirse previamente de la rutina. También refuerce su capacidad de autocontrol. Cada vez que sienta el deseo de ver sus redes sociales, tome conciencia y esfuércese por dejarlo pasar. Rompa la conexión en su cabeza entre los avisos de color rojo y entrar a la red social, o derechamente, elimine las notificaciones de todas las redes sociales. Estas alertas son las principales causantes del uso reiterativo de redes sociales. Si las elimina, se corta el vínculo.
"El que me quiere contactar tiene que llamarme
Juan Garcés,, astrónomo"
Manejando un automóvil
La dependencia extrema al celular puede derivar en conductas riesgosas, como revisar notificaciones, enviar mensajes de voz o incluso escribir mientras se está conduciendo un auto. El director del Automóvil Club de Chile en Concepción, Alexis Villanueva, dice que "es un riesgo ocupar una mano para manipular un teléfono, porque aumentan exponencialmente las probabilidades de tener un accidente. Cuando alguien va a 60 kilómetros por hora, baja la mirada un segundo y avanza bastantes metros. Hay que estar 100% concentrados en la conducción". Dice que si ya es peligroso tomar una llamada mientras se está conduciendo, partiendo por la desconcentración, desviar la mirada para chequear las notificaciones lo es aún más. "Lo recomendable es que las personas apaguen sus celulares cuando vayan a conducir, porque está la tentación de revisarlo o contestarlo. Si hay algo muy urgente hay que estacionarse para poder tomar la llamada o responder la notificación", concluye.
2013 fue el año en que se implementó el 4G en Chile, lo que ofrece conexiones más rápidas.
2 teléfonos celulares en toda su vida ha tenido el astrónomo Juan Garcés, de 27 años.
23 millones de teléfonos celulares están dando vueltas por Chile. Son más que los chilenos.
"
"
"
"
"
"
"
"