El hombre que le dio un vuelco a la "insolencia"
Matías Leiva compartió con los alumnos de la Universidad San Sebastián, donde les contó su historia y cómo sigue siendo la misma persona feliz de siempre.
¿Eres feliz? "Siempre fui feliz", responde Matías Leiva, joven de La Ligua que hace algunas semanas llamó la atención tras contar cómo pudo comenzar su negocio de sándwiches La Insolencia. "Piensas en el problema que tuviste y que lo enfrentaste con la frente en alto. Fuiste capaz de comerte todo lo que significa salir a vender a la calle, porque pucha que es difícil. Trabajaba en una oficina, atrás de un escritorio. Era salir a vender de la forma más fea que se ha visto", añade.
Esa felicidad se le nota y así lo percibieron los alumnos de la USS, a donde llegó ayer para ser parte de la inauguración del año académico de la carrera de Ingeniería Comercial, encuentro también convocado por la Escuela de Liderazgo. No dejó de tomarse fotos y conversar con quienes lo reconocieron. Pero, por sobre todo, contar su historia, una que no sabría cómo decirle a otros que la replicaran e hicieran lo mismo con 6 mil pesos.
"Este emprendimiento partió con los 6 mil pesos que tenía. Además, tenía 4 millones de pesos en puras deudas. Estas lucas eran las únicas que tenía para poder invertir en ese momento, un 12 de octubre de 2015. Cuando eso pasa, tienes que entender que debes hacer algo que te dé dinero todos los días. No era vender productos 'X' que te va a dar dinero una vez al mes, sino que pensar en algo que te iba a dar plata todos los días", cuenta el joven, quien llegó a Santiago para ser cura. Estuvo cuatro años en el seminario. Hoy, "sería un cura insolente", dice entre risas.
Con ese presupuesto, compró un kilo de harina, jamón, queso y levadura. Amasó y le salieron 12 panes, que fue a vender al Paseo Ahumada. Lo primero que hizo fue salir a mirar cómo se vendía en la calle. Él no quería hacerlo como los otros. Es por ello que le imprimió elegancia, un formato distinto para hacer las cosas con excelencia, no perfectas.
-¿Te dio vergüenza la primera vez?
"Sí, hasta que saqué el canto, que era: 'Pan amasado recién horneado, solo a mil pesos'. Eran esos 12 panes... sabía que había invertido mi única plata, que eran 6 lucas, que a las 9 de la mañana entraba a trabajar a la oficina y no volvería con los panes. Que no los vendería a 2 por mil. Sino que a mil, que era el precio que le puse".
Esos 6 mil pesos se multiplicaron a 12 mil y así sucesivamente, hasta lo que es hoy, un negocio que vende 2.500 panes al día. Y más de 25 personas trabajando, donde el 30% son extranjeros. Ojo, él se considera un trabajador más, laborando a la par con su equipo. Además, luego de la repercusión mediática, él sigue vendiendo lo mismo. "Vamos de acuerdo a lo que nos propusimos", explica.
El primer dinero que tuvo fue para escribir "La insolencia", pues "sabía que iba a llamar la atención, tal como el traje y el canastito. Era salir a la calle como cuando mi mamá me decía: 'Cállate insolente'. Era pensar que siendo insolente podría cambiar la vida".
Ser originales
A Matías le llegan mensajes en la fanpage de su negocio. Muchos son para pedirles consejos y qué pueden hacer ellos para seguir sus pasos. "Mucha gente me escribe cuál es la fórmula. No sé qué decirles. En mi caso fue así. Una niña me escribió preguntándome qué podía hacer con 10 lucas. Ella necesita plata, no una insolencia en su vida. Nosotros salimos a la calle a mejorar un sistema. Y para emprender hay que hacerlo en algo distinto", dice, revelando que fue gracias a su mamá que su historia salió a la luz.
"Ella iba viajando de La Ligua a Los Vilos, iba en un bus. Se puso a conversar con la persona del lado. Él le dijo que trabajaba en la Tercera.com y ella le contó mi historia. El periodista llamó a una colega, quien con un camarógrafo nos fue a grabar mientras producíamos y luego en la venta. Sin querer me quebré en el momento que decía seis lucas, fue un accidente. Le dio romanticismo a la historia".
Lo cierto es que Matías quería cambiar la forma del comercio callejero. Él no quería vender sus sándwiches gourmet (de los que hay tres tipos Insolente, Canturria y Paulina) en un cooler. "Ponerle nombre, ponerle etiqueta al producto, sacarlo de la forma más linda y elegante a la calle. Eso generó un cambio en la calle, en el cliente, llegamos a personas que nunca habían comprado en la calle. Le dimos altura al ponerlo en un canasto. Usar tu mejor ropa para salir a la calle, con la mayor de las alegrías", confidencia, contando que gracias a eso jamás le han pasado un parte por trabajar en calle.
Asimismo, afirma que lo ideal es ser originales. "Hay gente que viene de regiones a copiar mi producto. Vino un señor de Chillán y me compró tres sándwiches. Eso no está bien".
-¿Has pensado qué habría pasado si no hubieses tenido los 6 mil pesos?
"Creo que hubiese estado trabajando para la empresa de transporte, entendiendo que era la mejor opción de mi vida. Fue el momento necesario para poder darle un vuelco a mi vida. Si no pasaba, quizás iba a seguir con la misma deuda. Se trata de pensar que la vida te dio una oportunidad y la aprovechaste".
"Mucha gente me escribe (al fanpage) cuál es la fórmula. No sé qué decirles. En mi caso fue así"
Matías Leiva,, dueño de La Insolencia"