Así es la vida del chef penquista que trepa por Chile y América
Alonso Barraza vive en Futaleufú, donde no sólo tiene su familia, sino que también su restaurante "El Puesto", donde todo lo que se cocina ha sido sembrado o criado en su campo.
Cuesta comunicarse con él y no es porque no quiera hablar. Vive en el sur, en su campo en Futaleufú y sólo tiene señal cuando va al pueblo a comprar lo que necesita. En ese lugar de la zona austral chilena, el chef penquista y también de Recorriendo Chile y América, Alonso Barraza (44), tiene de todo para sentirse en paz.
"En 'Futa' (como nombra cariñosamente a la localidad) y en mi casa, mi corazón late de forma distinta. Eso me gusta mucho", confiesa. Acá se refugia con su mujer y su hija. Extraña su hogar cada vez que debe salir a grabar por el país o fuera de éste. Quiere volver luego, pues en esa tierra lo alberga se siente "un afortunado".
De conce al mundo
Alonso Barraza se considera un hombre del Gran Concepción: nació en la capital penquista; pasó parte de su infancia en Hualpén y otros tantos años en Chiguayante. Pero también un sureño en su campo de ensueño en Futaleufú.
Tuvo una infancia tranquila o más bien "callejera" como él la califica. "Tuve la gran oportunidad de disfrutar mucho la calle, con amigos y mi familia. Era mucho de jugar en ella, no recuerdo juegos dentro de la casa. Recuerdo calle, tierra, barro, triciclos, bicicletas y pelotas. No era muy quieto. No era muy 'indoor'", relata.
Los únicos momentos en que permanecía en casa era cuando estaba en la cocina con su mamá. Su papá le decía "pollerudo" por estar ahí, pero su incipiente pasión por los olores, sabores y texturas se estaba formando rápidamente.
Recuerda que "el gusto por la cocina fue desde chico. Desde que tengo uso de razón que estaba metido en la cocina. Cuando mi mamá cocinaba o amasaba, eran los únicos momentos en que no estaba en la calle. Desde chico estuve ligado a los olores, la comida, a amasar, los caldos y a las pantrucas, que las hacía de chico. Me subía arriba de la silla para tirarlas a la olla".
Si bien la cocina era un lugar que le agradaba, no fue su opción a la hora de estudiar. Según cuenta, la tomó tarde, ya que tras finalizar el colegio, hizo un par de cosas; después entró a la marina y al rato estudió ingeniería comercial en Temuco. Gastronomía llegaría cuando ya estaba más maduro.
"Llegué a cuarto año de ingeniería y después me vine a Concepción donde iba a hacer un año común e iba terminar. La verdad es que los fogones pudieron más. A los tres meses me cambié y me decidí por la cocina. Me cambié no más. Me la jugué. Creo que el tiempo me dio la razón, pero fue duro. Estudié cocina el 95 o 96, por ahí, y hacerlo era como llegar a casa con un tutú y contar que te dedicarías al ballet. Era difícil, pero creo que no me equivoqué".
Confidencia que siempre se preguntó de quién había heredado el gusto por preparar comida, sobre todo a medida que iba conociendo a otros cocineros y su trayectoria. Se preguntaba si los padres de éstos o sus hermanos lo eran también. En su familia no había ninguno profesional, sólo de oficio. Sin embargo, hace poco descubrió, luego de que alguien le dijera que su madre con poco hacía platos maravillosos, que ella le había heredado el gen.
"Creo que tengo esa característica. Con poco busco y construyo un sabor", añade el profesional que reitera sentirse afortunado en la vida, en general. "Y esa fortuna la he aprovechado conscientemente y también inconscientemente. Por seguir el instinto o corazonada o simplemente te dejas llevar. Tuve la fortuna que una estrellita me fuera guiando".
Hoy se define como un cocinero que le gusta el sabor y la buena comida. Pero con compañía y buena conversación. Aclara que "no es sentarse a comer y llenarse, sino que desarrollar una conversación muy amena. La comida es un momento muy especial. Trato de que la mía sea un momento especial y vivir la experiencia de compartir. No hay nada más rico que comer y conversar que tu madre o tu abuela hacía tal plato. Nuestra cocina tiene historia, tiene memoria y tenemos que recuperarla. Nuestra cocina es impactante, pero no la conocemos".
Llegada accidental
Alonso siempre ha trabajado y estudiado. Le gusta perfeccionarse y aprender nuevas cosas. Tras dos años desempeñándose en una cocina penquista, se fue a Argentina. Cuatro años después lo hizo a Canadá. Tiempo más tarde estuvo en Centroamérica.
A la televisión llegó por esas casualidades de la vida y de manera "casi accidental" -dice-. Según cuenta, el "Recomiendo" partió como un proyecto en Santiago con una agrupación de chefs y un director. "Ellos presentaron un proyecto y lo ganaron, así que el espacio tenía que hacerse con ellos. La primera temporada fueron 12 capítulos, con un chef distinto y la segunda temporada me invitaron a participar pensando que era parte de esa agrupación, pero yo no lo era y se los dije cuando me invitaron. Sin embargo, como conocía a todos los del grupo, me dijeron que no tenían problemas. Acepté y nunca me mas me bajé".
Es que a Barraza le gusta el formato y la propuesta del programa, que es servirle a las personas de pantalla, para valorar su trabajo. "Hay cosas que han hecho que me quede como es la cercanía con los lugares que grabo, porque hago mi producción en el programa. Conozco esa gente y la localidad, lo que hace que sea más cercano. Eso se transmite en la pantalla, por eso vuelvo año tras año", dice.
Ahora también es parte de "Recomiendo América", espacio que estuvo en carpeta unos cinco años, pero con intenciones de nacer y presentarse hasta que lo logró. El público y el rating están de su lado cada emisión en Canal 13.
"Viví en Centroamérica cuatro años y siempre motivé al director a hacerlo y le ha ido bien. Lo veo poco porque vivo acá y no hay tele. Pero me encanta hacer el programa. Me interesa conocer y acercarme a la gente y que ésta se dé a conocer también", comenta el especialista.
'Futa' amor
Antes de hablar de Futaleufú, señala que tiene una historia increíble sobre su experiencia previa con este lugar: había rechazado dos veces ir, hasta que la tercera no pudo hacerlo. Uno de los grupos de chefs que debía ir falló y debió ir obligatoriamente. Nunca más se regresó.
"Desde que vine el 2013 no me fui más. Me enamoré del lugar y de una mujer de acá. Me vine un 2 de mayo, estuve 8 días, me fui y volví a 'Futa'", recuerda.
Acá disfruta no sólo de la compañía de su pareja y su pequeña, también de la vida en el campo; de los silencios y también del sonido de la naturaleza y los animales. Eso le da paz y le hace bajar las revoluciones de una cocina en un restaurante de moda. Eso sí, confidencia, "debo reconocer que a veces extraño la adrenalina de la cocina. Soy súper apasionado cocinando".
Ahora, en cambio, genera todo para mantener su hogar y su restaurante de campo "El Puesto". Corta leña "o si no, me cago de frío; tengo que alimentar a mis corderos para el invierno y sembrar mi huerta. En mi restaurante todo es medio autosustentable. Todo lo que cultivamos, lo ocupamos acá", explica.
En ese rincón, que deja para grabar o hacer seminarios de cocina, también puede criar a sus animales y también sus caballos. Además de compartir los mejores momentos de crianza con su pequeña.
Como reitera Alonso Barraza: "Soy un afortunado".
"En 'Futa' y en mi casa, mi corazón late de forma distinta"
Alonso Barraza,, Chef penquista
"Hay cosas que han hecho que me quede, como es la cercanía con los lugares"
Alonso Barraza,, Chef penquista