Juan Fariña López
A unos pasos de un reñido partido de baby fútbol, jugado por unos chiquillos en la Universidad Federico Santa María, la selección Sub 17 de Corea del Norte comenzó ayer una nueva sesión de entrenamientos, de cara a su debut mundialista ante Rusia, por el Grupo E, en el Ester Roa Rebolledo. Utilizando la amplia cancha de césped del recinto educacional, los asiáticos iniciaron sus ejercicios con los típicos estiramientos previos al peloteo. Todo esto ante la mirada atenta de una veintena de curiosos estudiantes, que se sentaron en el exterior de la cancha a tirar la talla y disfrutar de la curiosa visita. "Que buena quedó la cancha", comentó un grupo de amigos, maravillados por el estado del césped, donde sin duda habrían aceptado altiro jugar un amistoso contra los coreanos.
El único miembro del cuerpo técnico que no participó de la acción era el DT Yon Kwang-Mu, quien observó con calma el actuar de sus pupilos en los movimientos con balón incluido, mientras los ayudantes dictaban órdenes en su idioma, indescifrable para los occidentales.
Fieles a su cultura estricta y disciplinada, el mánager del cuadro asiático no dio ninguna chance de entrevistar a un miembro del equipo y, pasado los quince minutos preestablecidos, los fotógrafos de prensa debieron guardar sus cámaras a petición expresa del mismo personaje. Sin duda, la selección de Corea del Norte es la más misteriosa de la sede en Concepción y habrá que esperar hasta la conferencia oficial del torneo ante los medios para conocer un poquito más de la interna del plantel oriental. J