Trasplantado pide ponerse la mano en el corazón y celebra su nueva vida y prioridades
Leonardo Vázquez
Como una persona trabajólica y muy preocupada por el éxito, se describe el ingeniero civil Marcelo Eitel antes de que sufriera, a los 38 años, de dos infartos al corazón que lo tuvieron próximo a la muerte. "Desde los 25 me estresé demasiado, buscaba ganar lucas, tener cosas materiales. Salía a las 7 de mi casa y volvía a las 9 de la noche. Eso me pasó la cuenta", afirmó. A los 32 años comenzó a experimentar una sutil sordera, que le obligó a realizarse un chequeo con un médico, el cual le advirtió que podría ser indicio de infarto. No obstante, en sus palabras, no había tiempo para hacerse cargo de su salud. Una mañana de abril del 2004 dejó, como de costumbre, a su hija en el colegio y al volver a casa comenzó a sentir un intenso dolor estomacal. En la clínica lo devolvieron a su hogar diciéndole que se trataba de una gastroenteritis, pero en el transcurso de las horas comenzó a sufrir una intensa deshidratación y un calambre en su brazo izquierdo. Una presión en el pecho fue en aumento, mientras su mandíbula comenzaba a apretarse con violencia. Su esposa, médico, lo monitoreó a distancia y corrió rápido a su encuentro: su vida estaba en peligro. Se salvó, pero meses después sufrió otro infarto que dejó aún más dañado su corazón. "Fue torpeza mía, por una semana dejé de tomar un anticoagulante que necesitaba, que no era barato", reconoció Eitel.
Angustiosa espera
Pudo mantenerse vivo durante años con una estricta medicación y reiterados controles de salud. Se dedicó a la docencia y consultoría para disminuir su carga de trabajo. "Ahí me di cuenta que tenía que cambiar. Tuve conversaciones muy profundas y sinceras con mi familia. Me dijeron que me necesitaban", expresó Eitel. Sin embargo, su órgano, que funcionaba a menos de la mitad de su capacidad, comenzó a presentar complicaciones, desencadenando que Marcelo sufriera un desmayo el 2010 mientras hacía clases en una universidad. En marzo del 2011, el médico le sugirió un trasplante, su corazón estaba funcionando a menos del 10%. "Me subieron a la lista de espera y a las 3 ó 4 semanas después apareció por milagro un corazón compatible. Entré a pabellón el 11 de junio. Al día siguiente caí en coma por 20 días y, al despertar, todo lo que recordé quise plasmarlo en un libro". Así fue como Eitel publicó "Los ángeles sí existen" (Editorial Forja), donde relata su experiencia. Eitel no ha presentado mayores complicaciones con su corazón nuevo, pero cree que aún falta mucho por hacer en cuanto a la problemática de la donación en el país.
Trasplantes en el país
En enero del 2010 entró en vigor la Ley del Trasplantes que instauró el concepto de "donante universal" (todos los mayores de 18 lo son salvo que expresen lo contrario). Sin embargo, las cifras de donantes continúan estancadas. El 2014 fueron 250 los trasplantes realizados y este año se han llevado a cabo 235. En tanto, 1.825 personas siguen esperando por un órgano. "Hace falta un cambio cultural profundo, porque más de la mitad de las familias que entrevistamos son negativas a la donación", expresó el coordinador nacional de trasplantes del Ministerio de Salud, José Luis Rojas. "Es necesario que exista una conversación al interior de las familias, porque cuando eso ocurre más del 90% respeta la voluntad", dijo. Asimismo, el especialista cree necesario derribar con los mitos: "Dicen que si eres donante te dejarán morir, lo cual es falso porque sólo el 2% de la gente que fallece puede ser donante y eso no hay cómo preverlo. Por otro lado, el sistema no beneficia a los que tienen más recursos, porque cerca del 80% de los beneficiarios provienen del sistema público de salud". J
"Me di cuenta
que tenía que
cambiar. Tuve
conversaciones
muy profundas
con mi familia.
Me dijeron que
me necesitaban".
Marcelo Eitel