Bien animal
La semana pasada tuve una de las mejores experiencias de mi vida, y esta fue enfrentarme a niños de entre tres y seis años y hablar sobre la compasión hacia los animales. Pensé que iba a ser imposible captar su atención, que tal vez no estaba capacitada para hacerlo, pero el resultado fue inesperado.
Les cuento el contexto primero. Sabrán algunos de los que han leído esta columna que tengo una fundación llamada Julieta, que tiene por objeto propender al bienestar en nuestras mascotas. Pero a medida que he ido creciendo (no quiero parecer una adolescente, ¡confieso que acabo de cumplir 32!) me he dado cuenta que la única forma de cambiar el mundo de los animales es a través de la educación. Y la educación parte desde los más peques.
Entonces me propuse como meta personal y como fundación tratar de transmitir este mensaje a los niños.
El mensaje es claro: ser buenos con los animales porque ellos también sienten. Y las consecuencias son aún mejores. Niños que crecerán como personas respetuosas con su alrededor, empáticos con el dolor ajeno y compasivos con su entorno. Para mí es tan claro; el niño que crece respetando a un animal, que valora su vida, propende a su cuidado, no acepta su maltrato, y será un mejor ser humano.
Es lógica pura, ¿no lo creen? Son principios básicos que todo ser humano debiese tener pero que hoy en día nos cuesta ver en nuestros pares.
Sigo entonces con la historia. Llegué a la Escuela de Lenguaje San José, una escuela preciosa con profesoras preocupadas de sus niños, niños que creen necesitan escuchar estos mensajes de amor. Y así partí sala por sala con dibujos, explicándoles cada situación a la que se ven enfrentados con una mascota y sus respuestas eran increíbles.
Ellos captaban perfecto por qué su perro debía ir al doctor de mascotas, por qué debía estar abrigado, por qué debían respetarlo. Y es que siempre está feliz, respondían algunos. Nos mueve su colita. Nuestro gato nos acompaña.
Anécdotas que mostraban que estos niños saben perfectamente que esos animales sienten al igual que ellos y que es su deber quererlos. Puede sonar como un cliché, pero los niños son el futuro. Si nos aseguramos de que tengan estos valores y principios trascendentales es seguro que crecerán para ser mucho mejores personas que nosotros y podrán hacer bien por este mundo tan dañado en que habitamos hoy.
@FranCorralS / Francisca Corral | Directora de fundacionjulieta.cl
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