l Felipe Rioseco Z.
Albert Roca es un ciudadano español de 51 años y en su currículum se lee que fue ayudante de Frank Rijkaard en el Barcelona. Hoy dirige a la selección de El Salvador, y hace días enfrentó a un cúmulo de micrófonos y lanzó una crítica honesta: jugar contra Chile, dijo, es un despropósito.
El DT deslizó que la Roja no está a la altura de su equipo, que el amistoso servirá de poco y que viajar a Sudamérica le resulta tortuoso. En otras palabras Chile, aclaró el DT, es demasiado bueno para El Salvador. Y eso le generó un cuadro de estrés. Roca hubiera preferido jugar con una selección más débil.
Ocurre que el fútbol salvadoreño es una industria casi aficionada: sus equipos sufren crisis económicas; las divisiones inferiores no existen; y sus jugadores, usualmente, se convierten en profesionales recién a los 20 años.
Por eso, dice César Najarro, periodista de El Diario de Hoy de El Salvador, para el duelo con Chile existe un deseo colectivo triste: "Un buen resultado sería perder decorosamente".
"Nuestro equipo no tiene rodaje, en cambio a Chile se le ve como una potencia. Aquí nadie piensa que siquiera se le puede sacar un empate".
Hernán Carrasco, ex entrenador de Colo Colo y ayudante de Fernando Riera en Chile '62, radicado en El Salvador hace 30 años, sostiene la tesis. Y aporta un análisis frívolo: "El Salvador es un equipo que destruye, corre, pero no tiene poder ofensivo. ¡No, no, no! No tiene nivel para competir siquiera en eliminatorias".
"Estamos por detrás todo Centro América, incluso de las islas que no juegan ni a la payaya".
Una vez al año, explica ahora Najarro, los clubes hacen una convocatoria abierta a través de diarios y TV. Masas de adolescentes, y también adultos, acuden a la prueba. La mayoría, dice el periodista, no sabe siquiera patear una pelota. Otros dominan dos o tres veces. Ellos son seleccionados y si tienen suerte, firman contrato profesional.
Así funciona, ratifica el señor Carrasco, el fútbol de El Salvador, el próximo rival de Chile. Lo dice y suelta un "baah" difícil de interpretar. Será, augura, un partido olvidable. Y que a ambos países difícilmente les servirá de algo. J
l Entre los seleccionados que vendrán a Chile para el duelo de mañana en Rancagua figura una horda de jugadores con poca experiencia. Aparece, entre ellos, Narciso Orellana, volante medianamente talentoso de 20 años, que hace ocho meses trabajaba de pasapelotas. También Irving Herrera, un joven de 23 años que hasta diciembre lavaba platos en un restorán de Nueva York.