El ex futbolista uruguayo, con corazón de minero y que hoy defiende la cultura penquista
l Luis Cifuentes Villegas
Horacio Pablo Italiano Robuschi es el nombre de un ex jugador de fútbol y que hoy, junto a sus amigos, dirige uno de los locales de moda entre los jóvenes penquistas. Italiano, uruguayo de nacimiento, pero con un corazón cien por ciento chileno, dio sus primeros chutes en las inferiores de Peñarol, pasó por el fútbol venezolano y terminó mojando la camiseta en equipos del Gran Concepción.
Horacio o "El Loco Italiano", como le llaman cariñosamente sus cercanos, el próximo martes cinco de mayo cumplirá 61 años de edad, de los cuales, 35 lleva viviendo en nuestro país. Además lleva un par de décadas trabajando en la administración de centros de entretención nocturnos.
"Tuve la suerte de vestir La Celeste en Recife (Brasil) y clasificar para las Olimpiadas de Montreal Canadá. Lamentablemente, en ése tiempo estaban los gobiernos militares en mi país y como no había presupuesto para el fútbol, nos quedamos abajo del avión", manifestó Horacio, quien, durante su carrera tuvo la oportunidad de enfrentar al Cosmos de Nueva York, donde jugaba Pelé. "Imagináte, tuve la oportunidad de jugar contra Pelé", recordó el ex delantero.
Antes de llegar a Concepción en 1981, Horacio había jugado en la Institución Atlética Sudamérica de Deportes de Montevideo y antes había estado tres años en el Portuguesa de Venezuela. Ése año llegó a Lota Schwager.
"A Chile me trajo un empresario, que me dejó en Santiago y me subió a un bus que iba a Concepción. Llegué al terminal que estaba detrás de los tribunales, en Barros Arana, y de ahí me dijeron que tenía que hacer un transbordo a Coronel. En ése bus iban hasta con gallinas", recordó entre risas.
"Afortunadamente llegué a una zona que quiero mucho. Yo me considero un poco lotino, tengo el corazón negro del carbón. Me gustó la estirpe de esta gente, los mineros. Parecíamos un equipo uruguayo, fuerte, con garra. ¡Cómo metían esos muchachos!", relató.
Aparte de su querido Lota, Italiano paseó su talento por Huachipato, Green Cross de Temuco, O'Higgins de Rancagua, Laja y Magallanes.
A los 32 años de edad, el a esas alturas famoso "Loco Italiano" colgó, literalmente, los chuteadores.
"Cuando terminó la temporada llegué a la casa y le dije a mi ex mujer que lo único que me llevé del camarín fueron mis zapatos de fútbol. Entré y donde había un clavo de cuatro, los colgué. Nunca más jugué", recordó con emoción.
Al poco tiempo de dejar el fútbol, Horacio se instaló con una fábrica de manjar. En ese tiempo también comenzó a trabajar en artesanías que expuso en la feria que todos los veranos se instalaba en el Parque Ecuador.
"Yo fui el que traje aquí el message in the bottle (mensaje en la botella), trabajaba mucho con textos", explica. Italiano también se dedicó a las antigüedades.
Otra de sus pasiones eran los caballos de carrera. Llegó a tener treinta. Uno de los mejores se llamaba Graz, por la ciudad austríaca. "Con el me gané el premio del mejor potrillo del año en el Club Hípico de Concepción", recuerda.
Horacio también trabajó en Deportes Concepción. "En el Conce aprendí todo lo que no tiene que hacer un gerente. Lo que si rescato es que compartí mucho con los chicos del tablón, a quienes me los encontraba siempre en otras ciudades apoyando al equipo", sostiene.
locales nocturnos
Su mundo en el rubro de los locales nocturnos se inicia cuando vivía en el sector de Pedro de Valdivia, antes de que fuera de cuatro pistas. Un día se le ocurrió pintar su casa de verde y abrirla al público para vender antigüedades que por allí había conseguido.
Cierto día a su local llegó el dueño de las discoteques Seriatutix de Viña del Mar. Se hicieron amigos y tras un tiempo, terminó administrando una sucursal de ese local, que en Concepción estaba cerca del aeropuerto. Su ex esposa trabajaba en la caja y él de portero.
En 1991, luego de vivir un largo luto por la trágica muerte de una de sus hijas en Argentina regresa a Chile después de un año. Tras ese horrible episodio, Horacio cayó en una profunda depresión que lamentablemente lo llevó a caer en el alcohol por varios años. Fue durante ése período de su vida que junto a un par de amigos se embarcó en un furgón que los llevaría a Costa Rica para instalar un bar. Dicho objetivo no pudo ser cumplido, ya que lo hicieron antes, en Brasil. Según lo señala, durante ese tiempo estuvo totalmente sumergido en el alcohol, por lo que decidió regresar a Chile. Llegó a la frontera con una luca en sus bolsillos.
Gracias a la ayuda de un familiar de ese entonces abre su primer bar en Concepción. Así nació el primer restorán Treinta y Tantos, que estaba en Prat, cerca de O'Higgins. Allí tocó Álvaro Henríquez, Cuti Aste y otros próceres de la música Luego se trasladó a la esquina misma de dichas calles. Al poco tiempo después abrió El Choripán.
Tras varios años trabajando en esos locales, decidió venderlos y comenzó a visualizar nuevos negocios.
Uno de ellos fue el Hi Fi, que lo puso en marcha junto a Germán Estrada, uno de sus buenos amigos. También por ese tiempo ambos armaron el Bar del Frente, que a los siete meses de su puesta en marcha se derrumbó por el terremoto.
Otro de los locales que pusieron en lo más conocido de la diversión fue el Roombar, que inicialmente iba hacer un hostal. Lamentablemente éste quedó destruido por un incendio.
Hoy, Horacio junto a su gran amigo Germán y otros dos socios más, son propietarios del popular Casa de Salud, que en los últimos meses ha pasado de ser un lugar de carrete a un espacio dedica a la cultura. De hecho allí funciona la Radio Leufü y hay espacios para que ensayen bandas musicales y un estudio de diseño gráfico.
Dicho lugar está adornado con murales pintados por connotados pintores locales y hay una sala adornada con máscaras traídas de distintas partes del mundo, entre otros elementos ornamentales que muestran las largas historias de sus dueños.
"Yo empecé de abajito y ahora soy portero de mi propio negocio", finaliza.J