Mujeres penquistas exigen fin de manoseos en micros llenas
l Juan Fariña López
"Una vez iba a mi casa en Barrio Norte en un colectivo y nunca pensé que me podría pasar una situación de esas. Un tipo se subió y se pegó a mi lado, fue súper desagradable porque no paraba de mirarme descaradamente. La verdad, no tuve el valor de pararle el carro ahí mismo o decirle al chofer, me cohibí mucho", contó Javiera, de 22 años. Como ella, son muchas las jóvenes penquistas que han sido víctimas de acoso callejero en Concepción, que incluyen miradas libidinosas, piropos o manoseos.
Cualquier espacio, con una aglomeración considerable de gente o no, puede convertirse en un momento incómodo para las mujeres, lo que en muchas ocasiones genera rabia e impotencia en ellas.
De acuerdo a los resultados de la primera encuesta a nivel nacional sobre el tema, llamada "El Observatorio Contra el Acoso Callejero", se concluyó que nueve de cada diez mujeres sufren con esta desagradable situación: 90% de las consultadas han sido víctimas de recurrentes silbidos y otros sonidos como besos, jadeos o bocinazos desde los 14 años en promedio. Por otra parte, un tercio de las encuestadas expresó haber sufrido formas más graves de acoso callejero, como agarrones, presión de genitales masculinos sobre el cuerpo o persecuciones.
Además, el estudio estableció que el 97% de los agresores son hombres. En tanto, la reacción más habitual de los victimarios al ser encarados es quedarse en silencio y seguir su camino, mientras sólo un 2% se ha disculpado por su accionar.
situación cotidiana
En Concepción, los casos de abusos callejeros abundan en el recuerdo de muchas jóvenes que se han visto vulneradas de muchas maneras en la vida diaria. Mientras los silbidos y frases obscenas se registran mayoritariamente en la vía pública, la mayor cantidad de toqueteos suele ocurrir en los microbuses, en horarios punta, debido a que regularmente los pasajeros van de pie y apretados dentro de las máquinas, más con la llegada de marzo.
"La otra vez venía camino a mi casa y se me ocurrió tomar la micro en calle Chacabuco. Unos paraderos más allá se subió un hombre, de unos 40 años más o menos, que se ubicó a mi espalda y poco a poco se me pegó al subir más personas. De pronto sentí sus genitales en el costado de mi pierna y me dio mucho asco. No aguanté y me tuve que bajar antes de llegar a la casa, quizás qué pasaba si lo encaraba, no quería tener atados", explicó Alejandra de 26 años.
"Esto es una situación cotidiana para las mujeres, no es que sea algo puntual", sostuvo Valentina, de 26 años. "Una sale a hacer un trámite en la mañana y tiene que andar soportando a jóvenes o viejos que te dicen muchas veces insinuaciones con cierta actitud que no tienen una interpretación clara, pero uno sabe lo que quieren decir", indicó la joven penquista.
En su caso, sin embargo, no deja que la situación se quedé ahí. "Yo les hago saber al tiro mi opinión y los encaro, muchos se achunchan y otros optan por burlarse de ti, más cuando están en grupos numerosos. La verdad no sacas mucho con hablarles, ahora estoy optando por la autodefensa con el uso de gas pimienta o un golpe en la entrepierna. Son hombres que su nivel de machismo es tal que no me interesa desgastarme con ellos", afirmó con determinación.
La legislación
Para muchas mujeres resulta incomprensible que este tipo de actuar abusivo y machista sea considerado normal en una sociedad moderna, que está a favor de los derechos de la mujer pero que, sin embargo, no tiene una legislación clara al respecto. En Chile, el acoso callejero no constituye un delito y sólo se puede sancionar bajo la figura de "ofensa al pudor", que en la mayoría de los casos se materializa en el pago de multas en dinero.
Desde el Sernam quieren crear una ley de violencia contra la mujer para generar un cambio cultural en todos los chilenos.
"Actualmente la ley 20.066 sólo habla de violencia contra las mujeres en un ámbito de pareja, pero no contempla el acoso sexual callejero. Por eso la agenda de género del gobierno quiere crear una nueva ley al respecto. Este fenómeno también es una brecha de género, porque en el fondo nos indica que las mujeres no podemos ocupar libremente el espacio público. Se dice que el piropo es una forma romántica de expresarte, que muchas veces se dice que a las mujeres les gusta pero finalmente genera traumas psicológicos", manifestó Valentina Medel, directora del Sernam Bío Bío.
La socióloga comentó que "muchas veces los agresores se excusan en la impunidad social, dicen que las mujeres son exageradas. Pero estos abusos provocan que la víctima reniegue de su autonomía y empiece a cambiar su forma de vestir, actuar y los lugares donde se desplaza para evitar sentirse desprotegida".
El Sernam, consciente de que debe ayudar a las que han sufrido casos graves de violencia de género, creó el Centro de Atención Reparatoria a Mujeres Víctimas de Agresiones Sexuales, ubicado en la diagonal Pedro Aguirre Cerda 1170. Allí se entrega servicio de orientación, información, psicoterapia reparadora y atención psiquiátrica en los casos que sea necesario.
En Santiago, en tanto, cientos de personas marcharon el viernes en una actividad convocada por OcacChile, organismo contra el acoso callejero, en la que confluyeron no sólo mujeres que llevan años luchando por estos temas, sino también muchas jóvenes y varios varones, "demostrando que la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad de género son un asunto de todos y todas", indicó la representante de la entidad, Camila Bustamante. J
l Para Camila Bustamante, vicepresidenta del Observatorio contra el Acoso Callejero (Ocac), la creación de una ley que asegure el respeto en la calle y que abogue por erradicar la violencia sexual de ella "es un tremendo avance en la búsqueda de la igualdad en el uso de los espacios y de la vida pública". "Lo importante es acompañar la penalización de las prácticas más graves con un enfoque preventivo y educativo que permita eliminar aquellas formas más sutiles de acoso sexual callejero, a través de la educación desde los primeros años", indicó.
"Queremos que en un futuro no muy lejano, ninguna persona sienta que tiene derecho a intimidar y violentar a otra, que ninguna niña crezca con miedo a caminar a ciertas horas o usar cierta ropa", subrayó.
"Muchas veces
los agresores se
excusan en la
impunidad social,
dicen que las
mujeres
son exageradas"
Valentina Medel,