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Durante sus primeros años de vida, los niños lloran por tener el juguete de su amigo y quieren captar siempre la atención de los adultos y cuidar que otros no acaparen los mimos del entorno. También, los pequeños comenzarían a alegrarse por el sufrimiento ajeno, según establece un estudio de psicólogos de la Universidad de Haifa (Israel).
Competitividad
La investigación determinó que a partir de los dos años de edad los pequeños disfrutarían del infortunio de los demás. Esta emoción, conocida como 'schadenfreude', deriva de los celos, el odio y la competitividad, publica el portal Telecinco.es.
Los investigadores israelitas explicaron que esta especie de alegría que sienten los niños, cuando otros lo pasan mal, tiene que ver con un mecanismo evolutivo que se desarrolla como resultado de la lucha por recursos limitados. Dicho proceso, posteriormente, "se convierte en un sistema capaz de hacer sentir placer por la infelicidad de otro, aunque no haya una verdadera competencia por los recursos", dice Telecinco.
Celos
Los niños suelen experimentar celos, tras la llegada de un nuevo hermano y también cuando se les pide compartir con otros de su edad. Para algunos adultos resulta difícil enfrentar esta situación, pero la primera recomendación es determinar qué provoca que el niño experimente este sentimiento y que se sienta desplazado, establece el portal elbebe.com.
Otra recomendación es dejar que el niño manifieste sus celos y no reprenderlo. Se le debe hacer sentir que cuenta con la atención del adulto y explicarle que no puede maltratar a quien le provoca envidia ni actuar en forma agresiva, por ejemplo, tirando cosas. J
l Al experimentar celos, los niños pueden mostrarse agresivos con sus padres o con el niño que se convierte en su competencia. También, pueden ser desobedientes y realizar cosas que a los adultos les resultan molestas, para llamar su atención. Otra señal de los celos podrían ser que el pequeño se aísle del resto.