BIEN ANIMAL
Faltan dos días para que empiece el mes de agosto y quiero adelantarles lo que van a empezar a escuchar bastante seguido: muchos maullidos de gatos, peleas entre ellos y paseos por los techos. Y esta columna la escribo antes de que eso suceda para que puedan tomar las medidas que más adelante les escribo.
Este comportamiento ocurre por una sencilla razón: las hembras empiezan su periodo de celo. Esto sucede cuando aumenta la luz y esta situación se da en el hemisferio sur durante agosto. Los que tengan gatas podrán ver un comportamiento distinto en ellas. Se mostrarán muy inquietas, querrán salir de casa a como dé lugar, se tirarán al suelo, maullarán, se restregarán intentando llamar la atención y estarán mucho más sensibles a las caricias y las muestras de afecto. En algunas, es más intenso que en otras. Lo que sí puedo decirles es que bien no lo pasan. Algunas pierden pelo y apetito. Pareciera ser que no entienden por qué les pasa lo que están pasando. Les confieso que cuando vi el único celo de una de mis gatas me dio una pena atroz.
Por su parte, los machos se vuelven más activos. Tienen más apetito y pareciera que termina su periodo de 'hibernación'. Aumentan el marcaje de territorio. Además, los gatos abandonados o de casa que los dejan salir, buscarán una hembra y cuando la encuentren, no dejarán que ningún otro macho se acerque. De ahí que las peleas entre gatos sean tan habituales. Y esto claramente puede ser peligroso, porque además de que se pueden accidentar, pueden contraer enfermedades transmisibles por la saliva al morderse -como la inmunodeficiencia felina, que en una primera fase podría no manifestarse pero cuyas consecuencias pueden costarle la vida al gato.
¿Y cómo podemos evitar esto? (a riesgo de parecer disco rayado) ¡ESTERILIZANDO! A las hembras antes del primer celo, aproximadamente a los seis meses, y a los machos a la misma edad. Y ustedes pensarán qué tiene que ver esterilizar a mi gato con los que andan por los techos interrumpiendo nuestro sueño. Y es que si mi gata queda preñada, probablemente tendrá a sus gatos en algún tejado lejos, y esos gatitos alimentarán la vasta población de animales de la calle. Los machos por su parte, dejarán preñada a una hembra, de casa o no, y las consecuencias serán las mismas. Y por esto, esterilizar a nuestras mascotas debiese ser casi un deber cívico y moral. Aprovechando, podrían tener un gesto humanitario extra y esterilizar a la gatita o gatito que vive en su barrio. La única manera de frenar la cantidad de animales que hay en las calles es que aceptemos que nuestras conductas son las que crean dicho problema y que actuemos. Con nuestras mascotas es un deber, y con las abandonadas será un gesto de amor y solidaridad que la vida sin duda premiará.