Regalones de la semana
Alejandro Pozo envía esta foto de su perrita Luna, apoyando con todo a la selección chilena en su sofá favorito durante los partidos del Mundial de Brasil.
Alejandro Pozo envía esta foto de su perrita Luna, apoyando con todo a la selección chilena en su sofá favorito durante los partidos del Mundial de Brasil.
España es un país espectacular que tiene ciudades preciosas llenas de historia. Sus paisajes, comida y gente, nos deleitan. Mientras que sus tradiciones son hermosas, hay una que queda fuera del paquete: las corridas de toros. En casi toda España se celebran y casi ninguna ciudad se salva de tener una plaza de toros -con su respectiva temporada de esta repudiable costumbre. Por ejemplo, ayer comenzó la Fiesta de San Fermín, una celebración que recuerda a San Fermín de Amiens, un misionero cristiano y primer obispo de esta localidad. Puede resultarles contradictorio que se celebre a un ser humano que tiene hoy la calidad de santo con el maltrato y matanza de animales. A mí, al menos, me resulta bien curioso.
El festejo se inicia con los 'encierros'. En ellos, hay toros prisioneros en corrales, que son azuzados con golpes y electroshock para que, una vez abiertos, los animales comiencen a correr por las estrechas calles de Pamplona a toda velocidad -'persiguiendo' a los fieles de san Fermín que corren delante de ellos. Las esquinas de las calles de esta ciudad son muy cerradas y los animales suelen resbalarse y caer, golpeándose con los muros o las barreras de contención, torciéndose los miembros y, eventualmente, hiriéndose entre ellos cuando caen en bloque.
Punto aparte son los graves accidentes que pueden sufrir los corredores si caen, ya que son adultos y lo hacen inexplicablemente por decisión propia. Toda esta corrida termina en la siniestra plaza de toros para que se produzca una típica corrida de estos animales. Aquí son intencionalmente debilitados por diversos medios, como la falta de comida y el confinamiento.
Un estudio hecho por la Universidad de Salamanca encontró que el 20% de los toros usados en las corridas estaban drogados antes de entrar en la plaza. El animal entra en la arena y es atormentado por el picador que clava una lanza en la base del lomo del toro, en los músculos del cuello. Esto afecta su capacidad de levantar su cabeza, y comienza a desangrarse. Luego, los banderilleros entran a pie a distraer al toro y saltan por su costado, clavándole banderillas que se entierran en la espalda del toro. Finalmente, el matador aparece, provocando que el bovino arremeta contra su capa fucsia y, cuando ya está extenuado y apenas respira, lo mata enterrándole una espada de 80 centímetros en el tórax. Si falla, se llama a un verdugo para apuñalar al pobre animal hasta su muerte. Es usual que fallen, dejando al toro consciente pero paralizado mientras está encadenado por los cuernos y arrastrado fuera de la arena. Así de horroroso y sanguinario. ¿Qué les parece esa como 'tradición' del siglo XXI? Francamente es repugnante y lejos de cualquier toque de humanidad y empatía. Espero que cada vez seamos más los que repudiemos estas atrocidades y juntos logremos eliminarlas por siempre.