Conozca el colorido mundo del penquista que embellece las guitarras de destacados músicos
Ha trabajado para distintos artistas en la creación de afiches y pintando sus guitarras también.
l Cecilia Bastías Jerez
Cerca de 400 guitarras ha pintado, según sus cálculos, Ernesto Guerrero, alias "Pititore", como le decían cuando era niño y jugaba fútbol con sus amigos. Dentro de esos instrumentos, están las guitarras de artistas como Kaskivano y Chinoy.
Este hombre, de 39 años, vive desde mayo del año pasado en Concepción junto a su pareja Carolina, "La Canarito", cantante local. Él encontró una novedosa forma de darle personalidad a los instrumentos, lo cual lo ha hecho conocido tanto en el mundo de la música chilena como con el resto de la comunidad.
Oriundo de Santiago, "Pititore" comenta que desde los comienzos de la nueva trova chilena o el folk, él estuvo presente en su desarrollo, aproximadamente desde el 2010. En ese contexto, Ernesto comenzó a dibujar los momentos en que estos trovadores se reunían. Un día que extravió su croquera con todos los dibujos, el que la encontró los fotocopió y desde ahí se popularizó su arte.
Más adelante este pintor descubrió casi por accidente el pintado de las guitarras. "Yo tenía una guitarra que no la tocaba nunca. Un día la tomé y la rayé como para hacerla más amiga", comenta y agrega que tal como las personas que se tatúan el cuerpo y comienzan a sentir que necesitan tatuarse más, él siguió con el diseño hasta tener toda su guitarra pintada. De esta forma, y muy similar a cómo ocurrió con su dibujos, una persona fotografió su diseño y lo subió a Facebook, dónde se masificó, esto por ahí por el 2007 o 2008, según recuerda este artista.
"He pintado fácil unas 300 ó 400 guitarras", señala Guerrero y explica que en varias ocasiones se dedicó a viajar por el país pintando guitarras en plazas o lugares reconocidos por los turistas. "Ahí yo pido un aporte consciente, no voluntario", dice. En el caso de las personas que lo contactan por Factbook o por correo, el precio es un poco mayor. "Puedo hacer lo que me pida el dueño de la guitarra, menos copiar el trabajo de algún otro pintor", aclaró el experto.
Este pintor no siempre se ha dedicado solamente a esto, sino que su llegada desde Santiago a Concepción tiene un significado mucho más profundo y es que decidió cambiar de su estilo de vida.
Él atribuye a su pareja y madre de su hijo de este cambio, ya que el hecho de verla a ella dedicada al canto lo inspiró para querer vivir de su principal gusto y habilidad. "Llegó un momento en que me di cuenta que era mejor como pintor que con lo que hacía en el banco", comentó.
En el fondo, como explica el protagonista de esta historia, se hizo cargo de una habilidad: "Antes era bien hippie, era dibujar por dibujar, ahora es mi forma de vida".
Trabajando como informático hasta casi los 40 años estuvo Ernesto en Santiago. Pero en mayo pasado llegó hasta Concepción de la mano de su pareja, Carolina. Tenía una vida perfectamente convencional, ahora confiesa que poco sabe de horarios. "Yo por ejemplo, ahora no sé qué día es o qué hora. Pero gracias a dios tengo trabajo y nunca nos ha faltado el dinero en la casa", comenta.
Para Ernesto, ha sido fundamental su relación con Daniel Gómez, el dueño de La Bodeguita de Nicanor. "Él es como mi hermano mayor, es mi padrino mágico", sonríe. Y es que en ese local, como en otro del mismo propietario, Ernesto se ha dedicado a trabajar en sus gráficas para los diferentes eventos.
Hace 5 meses llegó un nuevo compañero, como dice Ernesto, a su vida. Se trata de Lautaro, un bebé de sonrisa fácil y pasividad que parece heredada. Y si bien este artista comenta que cambió su vida, que ha tenido que adaptarse a un espacio y luces diferentes, para hacer sus trabajos, además del tiempo que es menos ya que el cuidado del bebé es una tarea completamente compartida por los dos padres. "Con un hijo se estrechan los tiempos, me he tenido que acomodar a distintas luces también", indicó.
"Cambia el mundo, pero nosotros somos súper compañeros. Entonces estamos siempre juntos, que llegara Lautaro fue decisión nuestras, y ahora él es como nuestro nuevo compañero", señala Ernesto y explica que para él, su hijo debe adaptarse al ritmo de vida de sus padres. Tanto así, que desde que tiene un mes, empezaron a salir con él. El primer viaje de Lautaro fue a Trapa Trapa, en Alto Bío Bío. "Fuimos a pintar a una escuela pehuenche un mural con los niños", relata y agrega que allá Lautaro cumplió 3 meses. "Es bien patiperro, se porta bien, llora cuando tiene hambre y frío, él es como nosotros, que tenemos un paz súper bella", indicó.
Aunque se vino a Concepción, en una decisión tomada con su pareja, la relación de este pintor con la ciudad no está limitada sólo a eso. Desde antes, aproximadamente 2010, tuvo sus primeros acercamiento a con el mundo del arte penquista, con eventos como la Cumbre del Folk en donde estuvo encargado de la gráfica. Por lo tanto su opinión respecto del mundo del arte tiene su fundamento en cerca de 4 años de relación con artista penquistas. "Concepción es un lugar donde todavía las personas se paran a conversar, hay mucha onda", manifestó.
Actualmente Ernesto, está principalmente dedicado a las gráficas de un pub. Además sigue muy ligado al muralismo y las caricaturas. También hace punturas a pedido.
Debido a sus nuevas ocupaciones ha dejado un poco de lado el pintado de guitarras. Sin embargo afirma que desea volver a hacerlo, porque para él significa regresar a sus inicios. Como el arte de pintar guitarras lo impulsó y lo ha hecho bastante popular, Ernesto considera que en algún momento deberá reiniciar esa actividad.
Otra pasión de Ernesto, es diseñar imágenes de músicos, retratos. "Siento que es un trabajo para devolver a los músicos el aporte que ellos hacen a nuestras memorias", afirma.
"Ahora estoy a cargo de un taller de cómic en Chiguayante en la Casa de la Cultura, y espero pintar murales y volver a la guitarra", concluye. J