El Jere Israel no claudica: "Voy por el Dakar 2015"
Piloto penquista saca la voz tras su accidente y apunta a la revancha.
l Roka Valbuena
"Sólo pido una cosa", dice Jeremías Israel, el piloto que casi muere en el Dakar, "no pongan esas fotos mías en que salgo ensangrentado. No quiero generar más fotos traumáticas. Hay gente que todavía piensa que estoy en coma en el hospital". ¿Y usted, en verdad, cómo está? "Me siento bien. Pero igual con dolor", responde.
Aguantó cinco cirugías, una reconstrucción facial y otra del hombro derecho. Ya está sano y avisa lo siguiente: "Voy por el Dakar del 2015. Volveré". Recuerda a pedazos el accidente: un objeto contundente lo hizo volar. ¿Un auto? ¿Una roca? "No tengo la menor idea". Su cuerpo se arrastró varios metros y la sangre le cubrió la vista. Perdió la conciencia. Un helicóptero lo pasó a buscar. Su cara masacrada ilustró la portada de un diario. Etcétera. Hoy Israel admite que es un sobreviviente. "Pero ya pasó- se consuela- ya pasó".
¿Quedará con secuelas? "No. Tengo un largo recorrido en lesiones. Mi recuperación será al 100%", responde. ¿Y quedará afectado a nivel psíquico? ¿Tendrá miedo al conducir otra vez una moto? "Este trabajo siempre tiene su riesgo. Y, en ese sentido, el miedo siempre estará. El miedo es parte de la vida. Si no tuviera miedo o dolor no sería humano".
"¿Sabís qué?", dice. "La culpa fue mía. Soy yo el único responsable de ese accidente", confiesa con hidalguía. No se culpe, le decimos, no se atormente. "Es que fue un error mío -insiste-. Asumo mi culpa. Un piloto siempre será el responsable de lo que le ocurre", lanza.
¿Y fue muy duro este Dakar? "Estuvo duro, compadre. Pero yo no soy un experto en el Dakar, recién ha sido mi segunda participación. Y, bueno, comparado con el otro rally que corrí, fue mucho más complicado. Ahora, no hay que quejarse", explica. Y entonces dispara la frase clásica de los pilotos heridos: "Así es el Dakar, viejito, así es el Dakar". J
l "Ahora quedé feo de verdad", comenta Jeremías con buen humor. Por eso hizo pública una queja a los doctores: "Me podrían haber mejorado el caracho. Digo, ya que estábamos con la cosa de la reconstrucción". Los profesionales no retocaron nada, pero le da igual. De hecho opina que "nunca ha sido muy bonito". Su vida, en fin, sigue ligada a la aventura. Calcula en dos o tres meses su recuperación total. Luego, sin titubeos, volverá a subirse a la moto. Y, como es natural en estos competidores, volverá a pensar emocionado en un próximo y peligroso rally.