Chorera en Lima: "Acá la gente lo vivió tranquila"
Soledad vive en Perú hace 11 años y destaca que lo esencial es la unidad.
l Edson Rebolledo Sáez
Hace 11 años, la chorera Soledad Arriagada dejó todo por amor y se fue a Lima con su pololo, oriundo del Perú. Allí se asentó, echó raíces y se dispuso a trabajar para derechos humanos de mujeres, por lo que sabe muy bien cómo se manejan las dinámicas sociales en el país vecino, desde donde relata cómo se vivió la esperada resolución de La Haya.
"La gente en general lo vivió tranquila, hubo algunas personas congregadas en la Plaza Mayor, que es como la Plaza de Armas en Chile, y allí se había puesto una pantalla, pero la gente común y corriente entre tanto tecnicismo no entendió qué se había ganado y qué se había perdido. Por mi lado, como chorera y chilena he vivido todo este proceso con cautela, pues considero que como chilenos de a pie no se pierde nada ya que la explotación de los recursos pesqueros es mayoritariamente industrial y lo real es que esto no va a cambiar mucho la vida de las personas, pues el fallo en realidad ha sido bastante bueno para la mantención del status quo", sostuvo.
Tanto ha sido su integración en el Perú, que Soledad al poco tiempo de radicada, tuvo una hija chilena-peruana, Gabriela Sol, de 10 años, la que su mamá sostiene que es la muestra de lo que debe importar: la unión de ambos pueblos.
"Le expliqué la situación y ella me preguntó si debía sentirse triste o contenta. Le dije que de todas las personas ella es la única o una de las pocas que no pierde nada, ni siquiera algo simbólico, que podrá nadar en cualquier parte de las costas de Perú y Chile sintiéndolo como propio. Creo que ella es el símbolo de la unión de las personas, esa que trasciende lo odios", explicó.
Hace mucho tiempo tenía planeada sus vacaciones y su destino de viaje era sí o sí Machu Picchu. Por esa razón a la sampedrina Rocío Henríquez (23), no le importó demasiado que su estancia en el Perú coincidiera con el fallo del diferendo marítimo. "Estuve en Tacna, luego Arequipa y en Cusco, y ayer (domingo) fui a Machu Picchu. Las vacaciones las planifiqué con mucha anticipación y no las iba a cambiar por ese tema del fallo".
Según sostuvo la joven, el ambiente en las calles del Cuzco era de total cotidianidad. Nadie se refería al tema, no hubo celebraciones e incluso, afirma que a muchos de los cusqueños, no le importaba mucho lo que se definía tras el fallo. "la gente del comercio, de la calle, no dijo nada y menos celebró algo", explicó. J