Quien maltrata a un animal es un peligro para todos
¿Y quién lo hubiera pensado? Que la dulce y tierna Lucerito, esa cantante linda y cercana, la de larga y perfecta cabellera e imagen de nada más y nada menos que la Teletón, nos asombraría con semejante acto de crueldad. De disfrutar -como quien disfruta en un cumpleaños- haber asesinado a sangre fría a una inocente cabra de monte. Quién sabe cuánto debe haber sufrido ese animal, antes de permanecer muerto al lado de Lucero, que posaba con jolgorio al costado de su presa.
¿Quién lo hubiera pensado en realidad? Pero también ¿quién puede imaginarse que alguien disfruta maltratando a un ser vivo, y tan indefenso como un animal? En este caso, una cabra de monte, en otros momentos, un pobre gato, un indefenso perro o un enorme elefante. Lo vemos tan seguido que preocupa. Porque por si no lo sabían, todos los estudios sicológicos indican que quien maltrata a un animal, tiene altas posibilidades de golpear o dañar de algún modo a un ser humano. Primero comenzará con un niño y después seguirá con la edad que le produzca más placer.
Quien abusa de un animal lo hace porque no es capaz de empatizar con su sufrimiento, y peor aún disfruta de él. Porque claramente ese animal al ser objeto de esos malvados actos, manifiesta su dolor (lo que está archi comprobado que sucede: los animales sienten dolor porque al igual que los seres humanos poseen sistema nervioso central) y quien los profiere no se detiene, peor aún, a veces los graban y suben a las redes sociales.
Si buscamos en cualquier diccionario qué significa en un ser humano el no tener empatía, la respuesta es contundente: la falta de empatía da lugar a individuos incapaces de sentir compasión, amor, piedad por sus semejantes, con el consiguiente riesgo que esto supone para el resto de la sociedad. Este tipo de personas constituye un peligro para sus cercanos, sobre todo, porque suelen actuar de manera cruel, explotadora, sádica o destructiva con otra persona, porque son insensibles al sufrimiento o a los sentimientos de los otros.
Sin ir más lejos, los sicópatas no pueden empatizar ni sentir remordimiento, por eso interactúan con las personas y animales como si fuesen cualquier otro objeto y las utilizan para conseguir sus objetivos.
Si queremos lograr vivir en una sociedad compuesta por gente que se preocupa, que quiere, que no destruye y que sobre todo no causa sufrimiento por mero placer, debemos preocuparnos del eslabón más débil y ciertamente el más ignorado: los animales. Debemos procurar enseñarles a nuestros niños la importancia del trato amoroso y atento a sus necesidades, de inculcarles respeto y amor hacia ellos. Asimismo, enseñarles a que nunca hay que dejar de luchar por ellos, porque ciertamente no pueden hacerlo por ellos mismos.