El género masculino tiene un punto sensible: la versión viril del Punto G.
Ellas son G, ellos son R. Hablamos de los puntos claves de la pasión. Ellas tienen ese punto mágico, el Punto G, en el cual se concentra el placer en estado puro. Es el tesoro escondido. Se halla en un recoveco de la vagina y llegar hasta él implica una ágil maniobra tactil.
Se han escrito largos tratados en torno al punto G. Hombres sumamente versados en sexualidad, peritos en manoseo, han luchado una vida entera por llegar hasta el epicentro de la fogosidad. Incluso, los escépticos han dudado de su existencia. El Punto G es una zona mitológica. Es una leyenda. Otros tuvieron éxito y lo encontraron. Y afirman con certeza que existe.
En fin. Ahora el Punto G no está en la agenda noticiosa. Hoy es el momento del punto de los hombres. El llamado Punto R.
Lo primero, dicen los expertos, es determinar dónde está. En este ítem hay una respuesta contundente: en el recto. Ahí, en esa misteriosa zona, está el tesoro de los hombres. Y si usted, mujer, tiene la actitud aventurera, debe internarse en tal perímetro.
Es necesario, entonces, hurgar en el ano del varón. Ahí reposa el R, el cual es definido como un punto en que están ubicadas innumerables terminaciones nerviosas. De hecho, anatómicamente hablando, el Punto R está en la próstata, a milímetros de la uretra, en pleno cuello de la vejiga.
¿Qué sucede si se toca con deslumbrante exactitud ese punto? Los expertos sostienen que apenas se palpa con calentura el Punto R, el hombre alcanza la cumbre del placer. Dicho en términos concretos, el Punto R posibilita tener un orgasmo mucho más placentero que el clásico orgasmo peneano. Y, además, permite que en la eyaculación salga mucho más semen de lo normal.
Es una tarea para las mujeres. No siempre es el hombre el que debe trabajar. Esta vez la aventura le corresponde a ellas. J
l En el hombre hay más puntos. No sólo el placer radica en el Punto R. Dentro de las zonas más sensibles, donde se garantiza el placer, está el coxis del varón. Además, el reverso del pene es un punto gravitante de excitación. Y, ya que estamos, el doblez de ambos glúteos también es una zona de fuego.