En su partido final, Nicolás Massú quiere reeditar la final olímpica del 2004.
"¡Esto es galáctico!", grita Horacio De la Peña, frenético, mientras sostiene con una mano el teléfono y con la otra una raqueta con la que en estos momentos realiza un golpe de volea. La información lo enloqueció: "¿Viste? ¡¡Viene Djokovic!! ¡¡Y también ese astronómico de Nadal!!".
Opina, jadeando entre golpe y golpe, que es algo nunca visto, un hit en la historia de Latinoamérica, más que una despedida, es el gran evento del siglo, que contará con la presencia de ambos capos del tenis el 20 de noviembre. Luego rebajó la exaltación, pues, más allá del júbilo, De la Peña toma el compromiso con urgencia: empezará a entrenar a Nicolás Massú.
"Lo quiero dejar impecable. Verán a un Nico diez puntos", proyecta el coach.
Mardy Fish, tenista de Estados Unidos, actualmente en un drástico declive por una perturbación cardiaca, apodado entre los hispanohablantes como "El Pescado", co-protagonista de la final olímpica de Atenas, no sabe aún si podrá venir.
"Lo separan de Chile unos detalles económicos", informa, desde las sombras, un miembro del círculo cercano al Gladiador.
Mientras, Massú arribó desde Estados Unidos, lugar en que vivió dos semanas alocadas, empuñando más los vasos que las raquetas. De hecho, en una desordenada noche norteamericana perdió el celular. Hoy Massú está formalmente inubicable. Pero lo primero que hizo, tras esquivar un aluvión de noticias, fue preguntar por Fish.
-No está claro- le dijeron.
-Vamos todavía- respondió apretando el puño.
Massú es obstinado y su sueño primordial para este último partido es enfrentar a Fish. "Lo único que quiere es jugar con el gringo", confesó De la Peña. "Tiene al Pescado en la cabeza", narró, en términos humorísticos, su amigo Waldo Martínez. "Es el objetivo", desplegó un familiar.
Fish, actualmente ubicado en el lugar 356 de la ATP, quien delibera la posibilidad del retiro, contesta por estas horas. Está cerca. Quizás se reedite la final dorada. Pero mientras el Pescado está dubitativo, el Gladiador pone su corazón en el entrenamiento. Tal cual ocurrió el 2004. J